La edición independiente crítica. Compromisos políticos e intelectuales, Sophie Nöel, Eduvim, 2018. Traducción del francés de Estela Consigli.
En su ya célebre definición sobre la edición de libros, Jason Epstein decía que se trata de una industria por naturaleza artesanal, descentralizada, improvisada y personal que –continuaba diciendo quien fuera durante muchos años director editorial de Random House y editor de Nabokov, Mailer y Philip Roth, entre otros– realizan mejor grupos pequeños de gente con ideas afines, “celosas de su autonomía, sensible a las necesidades de los escritores y a los intereses diversos de los lectores”. Autonomía, denegación de lo económico a cambio del reconocimiento simbólico, defensa de lo artesanal como último reducto posible de resistencia a los procesos de mercantilización de la cultura: claves, conceptos, ideas que rigen, con mayor o menor precisión –según la audacia y la solidez de quien lo lleve adelante– cualquier estudio de eso que desde hace varios años se ha dado en llamar edición independiente.
Ahora bien, hace al menos un par de décadas que esa distinción entre dos grandes lógicas de edición –una ligada a lo comercial, a las definiciones de los grandes grupos, y otra más cercana a diversas formas de edición independiente, autónoma, artesanal– ya no puede ser analizada a partir de posiciones maniqueas y reduccionistas. Lo que hay, lo que pareciera haber, más bien, es una zona de precario equilibrio entre dos dimensiones (dimensiones que el libro, bajo su forma de gran sinécdoque, representa en tanto bien de identidad dual, simbólica y comercial) que todo el tiempo reafirman su identidad. Relegado a los márgenes del espacio editorial, el sector de la edición independiente reclama para sí una posición de regulador en el campo de lo simbólico. Y sobre esa zona de tensión es sobre la que trabaja Sophie Nöel, socióloga e investigadora francesa, al analizar el campo de la edición independiente crítica en Francia a comienzos del siglo XXI.
El espacio revela fronteras inciertas, imprecisas, que se manifiestan en diferentes planos: en el de la identidad de las editoriales, en el de sus producciones, y en el de las características sociales de sus responsables. Sobre estos planos, o más bien en el análisis de ellos, se estructura el libro de Nöel, que puede ser leído como un riguroso estudio sociológico (algo que de hecho es), pero también como un testimonio esclarecedor de determinadas prácticas que se encuentran en el corazón de las industrias culturales en tiempos en los que la unificación de sus productos (ya sean libros, películas, series) parece cada días más marcada y regida por la fugacidad del éxito del like inmediato. En la estela de este tiempo que nos toca, no sorprende que sigan apareciendo pequeñas estructuras alternativas que hacen de su condición de cierta radicalidad (radicalidad profesional: un resistir a la “mercantilización” que también va acompañado desde luego por radicalidad política) su carta de identificación y su forma de intervenir sobre la realidad.
Entonces, a la pregunta sobre qué es un editor crítico, podríamos comenzar a contestar definiendo todo lo que un editor crítico no es. O lo que no quiere ser. Se define por la negativa, por ser alguien que publica textos en contra de (el orden dominante, las ideas recibidas, el canon, la academia). En ese fundamentalismo preposicional se niega, como dice la autora, a enlazar el interés intelectual al interés comercial. A partir de esa base común es posible desplegar toda una serie de posiciones de las más variadas, que el trabajo de Nöel se encarga de registrar y analizar.
Sospecho que hay algo que incomoda en este libro y es donde creo reside buena parte de su valor: la capacidad de llevar hasta los extremos conceptos medulares de cualquier estudio sobre edición independiente y el cuestionamiento a todo tipo de idealismos.
Sospecho que hay algo que incomoda en este libro y es donde creo reside buena parte de su valor. Y es, creo, la capacidad de llevar hasta los extremos conceptos medulares de cualquier estudio sobre edición independiente, como la (im)posibilidad de la autonomía, la dependencia financiera, comercial y mediática. Pero también el cuestionamiento a todo tipo de idealismos, a conceptos que fijan, que limitan y que tienden a detener un universo que resulta mucho más dinámico e inaprehensible de lo que se podría imaginar. En ese sentido, aparecen en el libro una serie de interrogantes acerca de la inscripción temporal de este tipo de estructuras editoriales alternativas. Como ocurre con buena parte de los movimientos artísticos de vanguardia, el desafío radica a veces en cómo hacer de ese “estar en el margen” una estrategia que no pueda ser cooptada por ese sistema en cuya marginalidad se pretende estar. Así, las amenazas que enfrentan estas estructuras antiinstitucionales pendulan entre una conversión ambiciosa (a riesgo de dejar de ser lo que se era en un comienzo) y la desaparición lisa y llana. ¿Hasta qué punto es posible mantener la definición que primaba en el momento de creación de cualquier proyecto editorial sin llegar a ser integrado, apropiado, ya sea discursiva o materialmente por estructuras que ocupan posiciones más centrales? Lejos de ofrecer respuestas, el dilema no hace sino poner de manifiesto la importancia de la problemática y su particular naturaleza contradictoria.
A veces tengo la imagen del campo editorial como una maquinaria frenética, en la que lo que no avanza, retrocede, desaparece. No hay un punto de equilibrio, y cuando se cree haberlo alcanzado, éste ya se ha corrido más adelante. Acaso sea legítimo preguntarse junto con la autora si no será tal vez la interacción entre ambas zonas, la de las grandes estructuras y la de las editoriales más pequeñas, la que va definiendo una especie de norma de complementariedad entre una y otra, llevando a un borramiento cada vez mayor de sus fronteras, a la “hibridación progresiva de ambos sectores”.
Estudios como el de Sophie Nöel se convierten de este modo en piezas fundamentales para entender un fenómeno de consecuencias globales que hace más de dos décadas venimos apreciando: el surgimiento de estructuras editoriales autoproclamadas independientes o alternativas. Se trata de un libro que bien puede entablar un productivo diálogo, por ejemplo, con el trabajo que Hernán López Winne y Víctor Malumián llevaron adelante en su radiografía del sector editorial independiente en América Latina (Independientes, ¿de qué?, Fondo de Cultura Económica, 2016) y que puede servir como un eslabón más para el estudio desde una perspectiva comparativa de una realidad que se manifiesta en contextos extremadamente diversos. Podríamos decir que aunque el libro de Sophie Nöel habla del sector editorial francés habla también de nuestra realidad. Parafraseando a Borges, digamos que sólo son falsas (francesas) las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.
Fotos de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.

Emanuel Molina
Profesor de Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Villa María, docente universitario y editor en Editorial Universitaria de Villa María (EDUVIM).