Nací en Toronto, Canadá, pero a los siete años mi familia se mudó a Argentina y empecé segundo grado aquí pudiendo apenas articular un saludo en español. La experiencia de haber tenido que aprender otro idioma abruptamente siendo una niña y veinticinco años de enseñanza de inglés como segunda lengua en distintos lugares del mundo, me han permitido reflexionar acerca de algunos factores que influyen decididamente en el proceso de aprendizaje de un idioma.

En un grupo de charla entre amigos cuarentones uno pregunta: ¿“qué les gustaría hacer si pudieran volver el tiempo atrás”? De todas las alternativas posibles, una de las respuestas que se repetía con más frecuencia era “Aprender inglés. Hablarlo bien, de corrido, no sentirme como sapo de otro pozo todo el tiempo”.
Esta es la conversación que tengo con la gran mayoría de adultos que se acercan a pedirme consejos acerca de cómo hacer para aprender inglés. Cómo lograr comunicarse con extranjeros sin depender constantemente de traductores online, diccionarios, aplicaciones en el teléfono u otra ayuda externa. Aprender inglés es para muchos una materia pendiente… perpetua.
Estoy cerca de cumplir veinticinco años al frente del aula y puedo decir de manera fehaciente que aprender inglés es una tarea que lleva tiempo, paciencia y convicción. Para aprender inglés es necesario permitir que el idioma sea partícipe activo de la vida de cada uno.

La materia “inglés” se dicta en la mayoría de las escuelas como parte de la currícula escolar, por lo tanto, nos acostumbramos a “estudiar” ingles. Leemos, repetimos, ejercitamos hasta que nos sale medianamente bien y una vez pasado el examen… ¡ya está, listo…aprobamos y a otra cosa! Lamentablemente inglés no es una materia sino una herramienta de comunicación. Algo que nos ayuda a mantener vínculos con otras personas, hacer negocios, interactuar cuando viajamos, saciar nuestras curiosidades en cuanto a diferencias de culturas y una larga lista de cuestiones vinculadas a la parte social.
Cuando los adultos comienzan a “estudiar” inglés automáticamente vuelven al rol de “alumno” y colocan a inglés bajo el título de “materia”, de la misma forma en que lo hacían cuando iban al secundario. Es por esto que insisto en que es imposible “estudiar” inglés ya que si esperamos llegar al final de la materia para poder ponerlo en práctica nos daremos cuenta de que no alcanzamos nunca la meta.
Cuando los adultos comienzan a “estudiar” inglés automáticamente vuelven al rol de “alumno” y colocan a inglés bajo el título de “materia”, de la misma forma en que lo hacían cuando iban al secundario. Pero es imposible “estudiar” inglés ya que si esperamos llegar al final de la materia para poder ponerlo en práctica nos daremos cuenta de que no alcanzamos nunca la meta.
Lo que utilizamos a diario en nuestras vidas lo hacemos de forma espontánea, rutinaria y nos sale sin pensar. Lo que aprendemos y no nos hace falta en primera instancia lo ponemos en un cajoncito en nuestras mentes por las dudas que nos haga falta alguna vez. Pero inglés no es una materia más que debemos estudiar para poder aprobar y seguir con la lista para recibirnos de algo. Inglés es una herramienta de comunicación de la cual debemos adueñarnos, sentirla como parte de nuestro abanico natural de habilidades sociales.
Tanto para quien estudia inglés como profesional de la lengua como para quien lo estudia para poder ser autónomo en su comunicación con otros que no hablen español, el segundo idioma debería aprenderse de forma integral y no estrictamente estructural. Inglés no es una ciencia exacta donde todo se rige de acuerdo a reglas. Para quienes estudien carreras como profesores o traductores de inglés es imprescindible tener conocimientos más profundos, sin embargo el concepto en mi opinión es el mismo: inglés no es una materia sino una herramienta de comunicación.

Desde los comienzos de mi carrera como profesora de inglés pensé siempre que la mejor manera de poder aprender y poner en práctica una segunda lengua es sentirse cómodo dentro del contexto del segundo idioma. En mi opinión los sentimientos juegan una parte clave en el aprendizaje.
Los sentimientos juegan una parte clave en el aprendizaje. Aconsejo practicar inglés dentro de un entorno donde se acentúen los aspectos positivos del aprendizaje y de la persona. Los aspectos que hacen que la lengua sea fluida –vocabulario, acento, entonación, usos idiomáticos regionales- se perfeccionan con la práctica y con la afirmación de sentirse a gusto con el segundo idioma.
Si inglés no es una materia sino una herramienta, es importante aprender a utilizarlo de forma práctica, didáctica y de la manera menos traumática posible. ¿Cómo se logra esto? Estando en un entorno donde uno pueda ser partícipe activo de la situación y ver, al mismo tiempo, que los demás están pasando por lo mismo. De esta manera el sentimiento de extrañeza no es el que domina la catarata de emociones que genera tener que comunicarse en un idioma diferente al nativo propio.

Cuando mi familia decidió mudarse a Argentina por unos años en 1978, mis hermanas y yo llegamos sin poder hablar una sola palabra de español. Llegamos en febrero y las clases comenzaban en marzo. Yo pasaba a segundo grado sin poder articular más que un saludo. Recuerdo que el problema no era no tener conocimiento de las palabras que necesitaba para hablar con mis compañeros, sino la incertidumbre de cómo manejar esa vorágine de sentimientos y emociones que me hacían callar por no saber las palabras correctas. Aprendí a utilizar la herramienta de la comunicación oral con rapidez. Aprendí la diferencia entre los sonidos de las vocales prestando atención a cómo lo decían mis compañeros de aula. Aprendí todo lo necesario para poder hablar sin tonada extranjera, repitiendo en mi cabeza los sonidos nuevos que surgían a diario. Logré internalizar mi segundo idioma como algo natural porque ya no quería que nadie más me preguntara de dónde era. En casa hablábamos inglés y en la calle español.
Esa experiencia de aprender español de forma abrupta dentro de un aula sin que hubiese otros que pudieran explicarme en mi propio idioma lo que estaba ocurriendo, hizo que como profesora de inglés estuviese alerta a las emociones de mis alumnos. Esa experiencia hizo que me diera cuenta de que la contención es parte de poder sentirse seguro de uno mismo. Es por esto que aconsejo practicar inglés dentro de un entorno donde se acentúen los aspectos positivos del aprendizaje y de la persona sin hacer foco en la parte “negativa”. La parte “negativa” sería la falta de vocabulario, el acento, la entonación, los usos idiomáticos regionales y los detalles que se adquieren una vez que la práctica se torna en una rutina del ejercicio diario. Los aspectos que hacen que la lengua sea fluida se perfeccionan con la práctica y con la afirmación de sentirse a gusto con el segundo idioma.

Desde mis inicios como profesora de inglés siempre he querido transmitir confianza en quienes estaban en mi aula sabiendo aún que les faltaba vocabulario y gramática por aprender. Mis ganas de enseñar no han cambiado en absoluto a lo largo de casi veinticinco años, sin embargo, hoy me encuentro con material muy diferente al de antaño. Haber trabajado en diferentes países -Canadá, Estados Unidos, España y Argentina-, conocer grupos culturales diferentes al mío me ha ayudado a incluir métodos de enseñanza no tradicionales dentro de mis horas de clases.
La ejercitación debe llevarse a cabo fuera de los libros de texto. El libro trae todo listo para fotocopiar. Pero ¿qué queda como “aprendido” utilizando este método? En mi opinión bastante poco. ¿Qué queda como “entendido” de los audios que siguen siempre el mismo formato? En mi opinión casi nada. A lo largo del tiempo los alumnos no quedan expuestos en ningún momento al idioma de forma “real” y es ahí donde se genera la gran frustración de nunca poder comunicarse en inglés.
En mi opinión los libros de textos son simplemente guías que ayudan a darle forma a los temas que deben cubrirse dentro de un período de tiempo. Estas guías nos ayudan a no descarrilarnos por senderos que nada tienen que ver con el objetivo del tema. Sin embargo, la ejercitación para poner en práctica lo aprendido en el libro de texto puede realizarse sin pasar por la tediosa tarea de completar los espacios en blanco con la palabra que falta, llenar los cuadros con el vocabulario memorizado o terminar el diálogo con las palabras del cuadro que se encuentra al costado derecho de la consigna. Esta forma de “enseñar” es fácil porque el libro trae todo listo para fotocopiar. Pero ¿qué queda como “aprendido” utilizando este método? En mi opinión bastante poco. ¿Qué queda como “entendido” de los audios que siguen siempre el mismo formato de los libros de textos? En mi opinión casi nada. A lo largo del tiempo los alumnos no quedan expuestos en ningún momento al idioma de forma “real” y es ahí donde se genera la gran frustración de nunca poder comunicarse en inglés. Lo que se “estudia” tiene poco que ver con cómo se comunican los nativos de la lengua en su entorno natural y real.

La conversación en clase es una gran oportunidad para poner en práctica todo lo relacionado a la oralidad: gramática, vocabulario, entonación y pronunciación. Conversar entre alumnos es una técnica que utilizo en mis aulas sin tomar en cuenta el nivel ni la edad de los participantes. Generar grupos de WhatsApp donde todos escriban en inglés hace que el idioma se utilice fuera del entorno áulico y se torne más real. La consigna es incorporar el inglés de forma diaria sin que haya una tarea designada por la profesora.
Haber trabajado en diferentes países -Canadá, Estados Unidos, España y Argentina-, conocer grupos culturales diferentes al mío me ha ayudado a incluir métodos de enseñanza no tradicionales dentro de mis horas de clases. Una de mis frases favoritas es “el aula es el peor de lo enemigos”: con el tiempo se torna una zona cómoda, familiar y no presenta mayores desafíos.
Internet está plagado de ejercitaciones, prácticas, videos instructivos, series televisivas, documentales y material de estudio de forma gratuita. Con solo ir a YouTube y buscar “ejercicios inglés” la lista de opciones es innumerable. Particularmente en mis clases me gusta utilizar herramientas donde haya interacción entre la aplicación y el alumno. Uno de los sitios que utilizo con frecuencia es www.tubequizard.com donde se integra un video cualquiera con ejercitación para practicar la parte de listening y entrenar el oído a la pronunciación de palabras específicas del diálogo. Para poder lograr una continuidad en cuanto a explicaciones y ejercitaciones recomiendo suscribirse a por lo menos dos canales de YouTube y seguir las “clases” o lecciones de los profesores online disponibles en esta plataforma. La ejercitación debería ser parte de una rutina diaria para poder incorporar inglés de una forma más natural.

Sin dudas es la necesidad la que hace que tengamos que salir hacia delante de una forma u otra. Estar en situaciones no previsibles hará que seamos espontáneos sin importar cómo. Viajar es justamente una situación donde nos encontramos cara a cara con la necesidad. Los viajes son experiencias extraordinarias para poder practicar lo que se aprende dentro del aula con mucha más dinámica, donde los conceptos se fijan casi sin querer. Una de mis frases favoritas es “el aula es el peor de lo enemigos”. Con el tiempo el aula se torna una zona cómoda, familiar y no presenta mayores desafíos. Es por eso que incentivo a que todos viajen. Viajen para practicar inglés, escuchar como hablan otros que no sea su profesor, interactuar con quienes también hayan aprendido dentro de otras aulas. Y si es posible viajar para practicar, entonces sugiero hacerlo a escuelas dedicadas a la enseñanza de inglés como segunda lengua (ESL). En estas instituciones es fácil encontrar la contención que mencioné anteriormente. Estas escuelas se dedican exclusivamente a sacar lo mejor de cada alumno y a construir una buena comunicación a partir del sentimiento de confianza en uno mismo. Inglés es la herramienta, pero la confianza es la base para poder utilizarla correctamente.

Fotos de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM y de sitios públicos de internet.
5 de septiembre de 2019.

Michelle Martoglio
Profesora de inglés como segunda lengua. Se ha especializado en enseñanza del idioma a adultos. Ha ejercido la docencia en las escuelas Bridge International (Colorado, USA), Canada House Ltd., Vaughan English (España), entre otras. Es coautora del libro Teaching ESL to non-native English teachers and adults, base para la redacción final de una guía interactiva para la escuela Omnicom Toronto and North York, Ontario. En la actualidad vive en Villa María. Continúa dictando clases de inglés de forma privada y en empresas. Realiza viajes al exterior con grupos de alumnos y público en general a escuelas English as a Second Language (ESL) para afianzar la comunicación oral en inglés.