Canto meditativo colectivo

El abrazo sonoro
por Carina Sedevich

Es domingo y ya ha caído la noche cuando salgo de  Mágico corazón. Piso hojas secas y baldosas rotas. El aire frío trae un suave olor a humo. Me voy sola, como vine, sin embargo me siento de otro modo. Un perro me sigue. Una señora que cruza la plaza me sonríe. Los faroles parecen entibiar las ramas de los pinos. Siento calor en garganta. En la garganta y en el pecho, porque estuve cantando un rato largo.

Llego al lugar un par de horas antes, junto a otras personas que vienen también a participar del encuentro. No conozco a ninguna. Sí conozco a Cecilia, la facilitadora, que ya está acomodando colchonetas y almohadones en ronda en el piso de la sala. En cada sitio ha dispuesto también un papelito con los mantras que vamos a cantar. La guitarra y el tambor chamánico guardan su lugar y en el centro, junto a flores y velas encendidas, hay también toc-tocs, chas-chas, y sonajas que esperan ser tocados.  

Sé que dentro de un rato, cuando empecemos a cantar juntos, los desconocidos que llegan se me volverán muy cercanos. “El canto es una poderosa herramienta de conexión interna y externa”, me dijo Cecilia tiempo atrás, cuando llegué por primera vez a su taller de canto meditativo. En aquel entonces ya había experimentado durante alguna clase de yoga el poder de los mantras. Sabía del efecto reconfortante que produce entonar, una vez tras otra, oraciones en sánscrito. Pero lo que viví esa vez en su casa fue nuevo. Empecé a experimentar en carne propia algunas cosas que Cecilia diría durante aquella primera clase: “Todo en el universo es vibración. Los humanos tenemos la voz, que se encuentra íntimamente ligada a las emociones, al proceso creativo, a lo que se dice y a lo que se calla. Un generador perfecto de ondas vibratorias que emanan energía. Nuestra voz puede ser magia transformadora si esa es la intención con la que nos manifestamos.”

Me acomodo sobre un almohadón, en un rincón. Somos muchos hoy. La sala está colmada. Mujeres y hombres entre los veinte y los cincuenta. “Elevar la vibración a través del sonido de la voz y de la palabra permite generar un cambio amoroso en la mente y en el corazón humanos”, leo en el papelito de los mantras. Arrancamos con un icaro chamánico de sanación. No todos lo conocen, pero a la segunda o tercera repetición estamos todos en sintonía. Las voces comienzan a ensamblarse, a elevarse, a extenderse. En ronda, nos miramos y nos sonreímos. Empezamos a perder la timidez ante la voz propia porque lo que escuchamos es, cada vez más, una voz colectiva.

Cecilia afirma que cualquiera que tiene voz puede cantar. Que está demostrado que cantar “es terapéutico, saludable y nos pone en contacto con la vibración del propio cuerpo, produciendo una sensación satisfactoria y modificando positivamente el estado de ánimo”.  Está convencida de que “no existe persona a la que no le guste cantar: en todo caso, a muchas personas no les gusta escucharse. Es muy frecuente que la percepción de la propia voz sea negativa, entonces es necesario transformar esa percepción. Esa para mí es una hermosa tarea, una maravillosa misión.”

Cecilia Briggs

“No existe persona a la que no le guste cantar: en todo caso, a muchas personas no les gusta escucharse. Es muy frecuente que la percepción de la propia voz sea negativa, entonces es necesario transformar esa percepción. Esa para mí es una hermosa tarea, una maravillosa misión.”
Cecilia Briggs, cantante y profesora de canto

Esta intención de “ayudar a las personas a librarse de trabas físicas, emocionales y psicológicas para poder cantar” llevó a Cecilia a crear los encuentros de Canto Meditativo Consciente y Colectivo. “Cantar en grupo es más que la suma de las partes: es entrar en el sonido colectivo como en una entidad en sí misma que se retroalimenta y que sostiene a quienes la conforman. Basta con experimentar una sola vez esta sensación de unidad para comprender lo que intento comunicar en palabras”, dice, y recuerda a la cantautora y poeta colombiana Martha Elena Hoyos, quien escribió que “cantar en colectivo es darnos cuenta de nuestras ´limitaciones´ y diferencias, sabiendo que son ellas las que enriquecen la armonía y el crecimiento. Es aprender a improvisar, a cambiar de ritmo, y a reírse de las propias imprecisiones, más que asumirlas con frustración. Todo esto conlleva a establecer la sensación de pertenencia e integración y a que cada quien se sienta parte de y aceptado, transformando cualquier prejuicio respecto a la voz y a la persona”.

Como dice Cecilia, la experiencia de cantar en colectivo es algo que hay que vivir para comprender. Pasa lo mismo con los estados de consciencia y meditación. “Estar consciente es darse cuenta de uno mismo, de lo que pasa dentro y de lo que pasa afuera, así como de la interacción entre ambas cosas. Estar consciente es por ende estar presente, estar plenamente en el aquí y el ahora, dejando de lado pensamientos y sensaciones vinculados al pasado o al futuro. Estar consciente es necesario para potenciar o transformar nuestra energía en el momento del canto a través del sonido y la palabra”, explica Cecilia. La palabra y el sonido son la materia de los mantras, esas frases que el psicólogo y cantante Darío Faisntain define como “melódicas, rítmicas, periódicas, cuyas letras y contenido simbólico es milenario» y que invocan algún aspecto de nuestra relación con lo divino y lo creativo. Los mantras constituyen puentes hacia la meditación en estos encuentros.

Cantamos dos mantras en sánscrito. Prefiero cantar con los ojos cerrados, pero los voy entreabriendo cada tanto para ver las expresiones de mis compañeros de ronda. La cosa se va poniendo cada vez más movida, más cálida. Después, guiados por Cecilia y por su guitarra, improvisamos. Cada uno canta lo que quiere. Uno pensaría que el resultado sería un caos sonoro, pero no. Increíblemente lo que emerge es muy agradable de escuchar. La única explicación posible es que estamos conectados, que nos estamos escuchando uno a otro mientras cantamos.

Los últimos mantras son en castellano, de un significado transparente y simple. Leídos en el papelito parecen apenas palabras bonitas, bien intencionadas. Repetidas en el canto, mientras nos abrazamos en ronda, crecen, se magnifican. El mantra final es un augurio: “Va a florecer un ser divino que está dentro de tu ser/ Va a florecer un ser divino que está dentro de mi ser.” Antes de irnos, todavía en ronda y de pie, Cecilia nos agradece haber participado del encuentro y nos pregunta cómo nos sentimos. Nos invita a compartir lo que queramos decir sobre la experiencia. Todos damos las gracias. Hay emoción en las palabras. Hay sorpresa alegre al hablar de lo vivido. Pudimos vernos y escucharnos a nosotros mismos. Y hacer lo mismo con el otro. Nos fue dado, por un rato, mirarnos a la cara. Sacarnos la armadura y bajar las barreras. Abrazar y cantar. Sospechar que es cierto lo que a veces se dice cuando se habla del universo: eso de que todos somos uno. No es poco en estos tiempos y en este mundo.

En esta nota

Cecilia Briggs ha integrado desde su pubertad diferentes elencos independientes e institucionales de San Juan, su provincia natal, y luego en Villa María ha continuado su formación musical. Como docente ha impartido talleres y clases de canto y música en instituciones educativas y de manera particular desde hace más de una década. En 2017, inauguró el proyecto de Canto Meditativo, Consciente y Colectivo brindado dentro y fuera de la provincia, aunando tres pilares fundamentales: la música a través del canto, la meditación y la docencia.

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Carina Sedevich

Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Villa María. Estudió  Semiótica en el Centro Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Es autora de dieciséis libros de poesía. Su obra poética ha sido publicada en Argentina, España y Brasil y traducida al portugués, al italiano y al mallorquín. Es maestra en Ceremonial y Protocolo y profesora de Yoga y de Meditación. Coordina Ardea | Revista de arte, ciencia y cultura desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.

 

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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