Certamen de Crónica Policial

La explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero
por Guido Lambertucci

El 3 de noviembre de 1995 Río Tercero sufriría el hecho más fatídico de su historia. Ese viernes aproximadamente a las nueve de la mañana se produjo dentro de la Fábrica Militar de la ciudad la que sería la primera de una serie de detonaciones que ocurrirían durante toda la jornada y en días posteriores. Con varias hipótesis sobre la causa, la teoría del accidente fue desapareciendo y comenzó a asomar el fantasma del atentado, que tanto acechó al país en los años 90. El hecho es recordado hasta el día de hoy en la ciudad, donde aún se reclama justicia.

La tragedia se desató en el que parecía un día primaveral como cualquier otro. En la planta de armado de explosivos conocida como El polvorín, una de las seis que funcionaban en la fábrica, se produjo la primera detonación, que alcanzó a otros tres polvorines y ocasionó así una segunda explosión, de mayor magnitud, con unos diez kilómetros de onda expansiva –un alcance cien veces más grande que la del atentado a la AMIA-, que dispersó proyectiles de mortero, granadas, bombas y obuses por todos los barrios aledaños a la industria.

A partir de ese momento comenzarían el miedo, las corridas y la incertidumbre. Se produjo un hongo de humo negro de más de doscientos metros de altura y las detonaciones se escuchaban a cincuenta kilómetros de distancia. A las nueve y media comenzaron a producirse reiteradas explosiones de menor intensidad, producto de los explosivos dispersados en la ciudad. Minutos después, comenzaron a arribar los primeros heridos de la tragedia a las clínicas y hospitales. Durante las siguientes diez horas persistieron los estallidos, que se extendieron en detonaciones menores hasta el sábado 4 de noviembre.

Aproximadamente catorce mil de los casi cincuenta mil habitantes debieron abandonar todo y escapar a las afueras de la ciudad o poblados cercanos. Se generó un gran movimiento en varias ciudades próximas y desde las capitales de la provincia y nación para ayudar a atenuar los efectos de la tragedia. Los hospitales de Córdoba, Villa María, Alta Gracia y Rio Cuarto se encontraban en alerta amarilla para asistir a las víctimas. Durante todo el día llegaron a Rio Tercero ochenta dotaciones de bomberos, cien efectivos del Grupo de Investigación Científica, la Brigada Especial Federal de Rescate, ocho aviones y dos helicópteros de la Fuerza Aérea y del Grupo de Investigación Federal de Catástrofes. El Ministerio de Acción Social de la Nación envió ocho camiones con dos mil colchones y alimentos, mientras tanto La Casa de la Provincia de Córdoba en Buenos Aires funcionaba como centro de recepción de donaciones y la unidad turística de Embalse alojó a los afectados que vieron destruidos sus hogares.

A las cuatro de la tarde llegó a bordo del helicóptero presidencial H 01 Malvinas Argentinas el presidente Carlos Menem acompañado de varios ministros, que se dedicaron a repartir promesas de ocuparse de las contingencias facilitando subsidios e indemnizaciones que, al día de hoy, todavía reclaman muchos vecinos. La comitiva presidencial se retiró a las siete y media de la tarde.

Mientras el presidente se encontraba en la localidad varias dotaciones de bomberos seguían luchando contra el fuego dentro del predio de la fábrica. A pocos metros de los dos polvorines mayores que contenían toneladas de químicos altamente explosivos como trotyl y miles de proyectiles, las llamas consumían un bosque de eucaliptos. Ese momento fue considerado de los más peligrosos de la jornada: si el fuego alcanzaba los polvorines la tragedia hubiera sido mayor, pero gracias a los bomberos el incendio pudo ser contenido a tiempo.

En las últimas horas del viernes los aviones hidrantes de la Fuerza Aérea continuaban descargando agua sobre los sistemas subterráneos de los polvorines en búsqueda de enfriar las zonas donde se almacenaba el armamento pesado. Mientras tanto, en los barrios afectados la policía y el ejército barrían las calles y casas recogiendo los explosivos que se encontraban dispersados. También algunas familias regresaban a sus hogares por miedo a los saqueos.

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Como resultado de la tragedia hubo más de trescientos heridos y siete víctimas fatales. Actualmente muchas personas sufren secuelas físicas, debido a impactos de esquirlas, o psicológicas, como estrés post traumático.

Como resultado de la tragedia hubo más de trescientos heridos y siete víctimas fatales. Muchos barrios cercanos a la fábrica quedaron arrasados y el resto de la ciudad presentó grandes daños materiales. Actualmente muchas personas sufren secuelas físicas, debido a impactos de esquirlas, o psicológicas, como estrés post traumático.

Finalizada la tarea de recoger los explosivos sin detonar dispersados por las calles y sectores de la fábrica, estos fueron ubicados en el polígono de tiro de la industria por Gendarmería Nacional. El 24 de noviembre estos proyectiles estallaron. Si bien estas explosiones no fueron de la gravedad de las primeras, produjeron un efecto emocional muy grande en los ciudadanos que comenzaban a retomar sus actividades normalmente. Nadie se volvería a sentir seguro por mucho tiempo.

La primera teoría en manejarse sobre lo ocurrido fue la de un accidente: un operario de la fábrica habría enganchado con un montacargas la espoleta de un proyectil dentro de un almacén de artillería liviana, donde se encontraban además elementos inestables como pólvora y trotyl, causando un incendio seguido de la primera explosión.

Una segunda hipótesis sobre la posibilidad de un accidente señalaba que la chispa de un montacargas operado por un trabajador habría llegado hacia una mesa donde se trabajaba con fósforo blanco, la mesa se habría incendiado y se habría producido la primera explosión. En esta teoría aparece la idea de negligencia, ya que el fósforo blanco es una sustancia prohibida por la Convención de Ginebra. Estas cuestiones dudosas acerca de lo que se hacía en la fábrica y testimonios sobre algunas acciones previas a las explosiones llevaron a muchos a pensar que la tragedia no había ocurrido por accidente.

La teoría sobre la explosión de la fábrica que se maneja actualmente, por la cual ya fueron condenados en 2014 los militares Jorge Antonio Cornejo Torino, Carlos Franke, Edberto Gónzalez de la Vega y Marcelo Gatto, y por la cual hubiera sido juzgado el ex presidente Carlos Menem en febrero de este año, es que la voladura de la Fábrica Militar se produjo para disimular el faltante de armas, municiones y pólvora que habían sido vendidas de forma ilegal a Ecuador, que se encontraba en guerra con Perú, y a Croacia, que vivía una guerra civil por la reorganización de las naciones que componían la ex Yugoslavia.

Evidencias y dichos de testigos abonaron la credibilidad del atentado. En una de las tantas pericias se pudieron observar dos cráteres tapados, que demostraban según profesionales la existencia de una explosión y una contra-explosión para direccionar la detonación hacia la ciudad y que no afectara a las plantas químicas.

Dos policías relataron haber concurrido cerca del predio de la fábrica la noche anterior al incidente por un llamado que alertaba sobre movimientos extraños en la zona de carga. El personal militar les comunicó que debían retirarse porque no era su jurisdicción. Además, personal militar solicitó a un vecino de la fábrica retirar su camión cisterna de las proximidades de la fábrica, algo que nunca antes había ocurrido.

Las declaraciones de Menem al arribar a Río Tercero horas después de las explosiones tampoco lo ayudaron. Consultado por la prensa local sobre la posibilidad de que hubiera sido un atentado, Menem dijo: “Le estoy diciendo que no, descártelo totalmente, es un accidente… Se trata de un accidente y no un atentado. Ustedes tienen la obligación de difundir esta palabra”. Esta respuesta llevó también a crear sospecha, se vio como un intento desesperado de callar la verdadera razón del incidente.

En el presente, los ciudadanos de Río Tercero no tienen dudas sobre lo que ocurrió. Nunca creyeron en la teoría del accidente, siempre estuvieron a la espera de que las causas se esclarecieran y se juzgara a los responsables. En mayo de este año la Corte Suprema de Justicia dejó firmes las condenas contra los militares retirados sentenciados en 2014. Pero la acción penal contra Carlos Menem, único imputado que quedaba en la causa, se extinguió con su muerte. 

* El presente texto fue seleccionado en la categoría Estudiantes Iniciales en el Certamen de Crónica Policial de Proximidad organizado por la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM, el Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales de la UNVM a través de su Secretaría de Investigación y Extensión y de las licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y en Comunicación Social, SADE Villa María y CISPREN Villa María. El jurado estuvo integrado por Malvina Rodríguez, Carla Avendaño, Horacio Lucero y Diego Di Giusti.

Fotos de sitios públicos de internet.

Icono fecha publicación   26 de agosto de 2021

Guido Lambertucci

Nació en Río Tercero, Córdoba. Es estudiante de Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Villa María. Realizó sus estudios secundarios de Bachiller en Ciencias Sociales y Humanidades en el Instituto Jesús, María y José. Apasionado por el periodismo y las historias que merecen ser contadas. Gracias a sus padres, Silvana y Gustavo, pudo gozar de afecto, apoyo y una buena educación que lo convirtieron en todo lo que es hoy como persona.

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Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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