Liliana Cabrera es escritora, editora independiente, activista transfeminista, educadora e integrante del Colectivo YoNoFui. Comenzó su oficio de escritura mientras atravesaba la privación de su libertad en la Unidad 31 de Ezeiza, Buenos Aires. Fue convocada por el proyecto de extensión Trascender el encierro: narrativas artísticas en época de pandemia de la Universidad Nacional de Villa María con el objetivo de acercar a la comunidad su experiencia subjetiva de escritura. Esta experiencia trascendió las fronteras de la cárcel y alcanzó reconocimiento público.
Desde ese proyecto extensionista identificamos la necesidad de visibilizar la importancia de habilitar y sostener espacios de escritura y reflexión en contextos de encierro, y difundir las producciones gráficas y literarias realizadas allí. Para eso organizamos con Liliana Cabrera un conversatorio virtual que contó con la participación de docentes, estudiantes y personas de Villa María y de otros puntos del país interesadas en la temática. Algunos fragmentos de ese diálogo, que tuve la oportunidad de moderar, se recuperan en estas páginas.
El espacio de taller me permitió valorar todo lo que había vivido. La escritura me acompañó para poder resistir.
“A partir de haber participado del Taller de Poesía de YoNoFui de la Unidad 31 de Ezeiza me encontré con la escritura desde otro lugar. Desde un lugar de poder reflexionar sobre todas las situaciones que venía viviendo. Fue un espacio de disfrute que me acompañó durante los siete años y dos meses que estuve detenida. Hoy sigue siendo un espacio de disfrute que va incorporando nuevas experiencias. La escritura ha sido una gran compañía y la oportunidad también de poder pararme de otro modo con respecto al contexto de encierro. Creo que une empieza a escribir a partir de las situaciones que le van pasando y de la reflexión colectiva, siento que mi escritura también se alimenta de las experiencias de compañeres”.
Liliana Cabrera publicó tres libros de poemas: Obligado Tic-Tac, Bancáme y punto y Tu nombre escrito en tinta china. Sobre sus primeros escritos expresó: “Al principio empecé a escribir a partir de los disparadores que tiraban las talleristas, que tenían que ver con las vivencias del adentro y también con lo sensorial. Eso siento que despertó mis ganas de escribir de otras cosas, cosas que no me había planteado escribir. La poesía me ayudó a tramitar esa sensación de ser abducida, porque es eso lo que una siente cuando llega a la cárcel: ser abducida de la realidad y empezar a transitar una realidad paralela donde los tiempos pasan de manera diferente. Esos primeros textos fueron muy sencillos, mi primer poema fue acerca del espacio del pabellón”.
Con relación a los sentidos que surgieron de esta experiencia manifestó: “La escritura me permitió poder afianzarme en lo que pasaba, revalorizar mi trayectoria vital, todo lo que había vivido que es parte de lo que soy hoy. Las vivencias del encierro, las del delito, todas hacen de mí la persona que soy hoy. La escritura me permitió tramitar esas vivencias desde un lugar artístico, por lo que pude vivir ese presente de otra manera. Empecé a escribir sobre lo que me pasaba con la cárcel, sobre lo que me pasaba con la lejanía de la ciudad. Comencé a poder ver mi experiencia desde una perspectiva política, a darme cuenta de que estar en la cárcel no solamente tenía que ver con lo que me pudo haber pasado con el delito sino también con las distintas vulneraciones de derechos del afuera. Tiene que ver con una reflexión colectiva, de poder conversar en los talleres. La escritura y el espacio de taller me permitieron valorar todo lo que había vivido desde una perspectiva que el sistema en el que estaba inmersa me impedía alcanzar. La escritura me acompañó para poder resistir”.
La escritora creó la editorial cartonera Bancáme y punto, la primera en existir en una cárcel de mujeres. Este proyecto continúa afuera en diversos formatos que incluyen la realización audiovisual. Sobre esta iniciativa recordó: “Venía escribiendo de forma habitual, compartiendo lo que me pasaba en el taller. Desde YoNoFui vino la propuesta para publicar con una editorial del sur del país e hicimos una primera edición de Obligado Tic-Tac, mi primer libro. No fue fácil poder hacer esto estando privada de la libertad. Las compañeras traían las tapas de cartón y ahí armábamos los libros. De repente pensé: esto lo puedo hacer yo, si pueden ingresar los materiales lo puedo hacer yo. Y ahí se inició una red junto a YoNoFui para que pudiera entrar una computadora y una impresora al penal. No fue algo fácil de explicar al Servicio Penitenciario. En ese momento había alcanzado los beneficios del artículo 105 de la Ley 24.660, que te habilita a pedir una recompensa por una situación de buena conducta. Ese es uno de los oasis que tiene la ley y que te permite proyectar algo distinto adentro de un penal”.
“Así empecé a tipear mis textos y hacer las tapas de cartón junto a las compañeras y fue todo un aprendizaje. Ese libro tiene los primeros poemas, los primeros que me animaba a escribir sobre las cosas que me pasaban. Sentía que tenía un largo trecho por recorrer y ese trecho se fue completando con los otros dos libros: Bancáme y punto y Tu nombre escrito en tinta china. Son muy diferentes, en el primero me fui animando a hablar de otros temas y en el segundo entré a hablar de todo, de cosas incómodas, de todo lo que había atravesado. Mi poesía puede resultar incómoda y para mí ese es un valor: si mi poesía es incómoda yo también lo soy y a veces es agradable porque significa que una está interpelando con algo. Y en el tercer libro hay poemas que tienen que ver un poco más con la libertad, porque ya había empezado con las salidas transitorias. Este fue el camino que hice dentro del penal, camino que sigue afuera porque aprendí a ir asimilando todos los conocimientos. En el afuera fui sumando el lenguaje audiovisual, aprendí a editar vídeos y unas de las primeras cosas que hice fue algunos video-poemas. La editorial también es eso, ir llevando el lenguaje poético a distintas disciplinas y hacer un mix con otros lenguajes”.
Los libros de Liliana Cabrera pueden solicitarse a través de sus redes sociales personales y en las de YoNoFui. Asimismo, en el canal de Youtube Bancáme y punto se pueden ver autorretratos en formato audiovisual que realiza la propia escritora.
Liliana Cabrera regresó a la cárcel, pero esta vez como tallerista. “Sólo había pasado un mes de haber salido, fue una experiencia súper interesante para mí. Muchas de las compañeras que estaban participando del taller habían convivido conmigo en el pabellón. Me sentí muy acompañada por el equipo docente. Algo que siempre me gustó en los talleres de YoNoFui, que lo pongo en práctica adentro y afuera de la cárcel, es usar estímulos visuales, auditivos, sonoros. Está bueno para explorar todo lo que puede salir ahí, porque a veces una no se imagina todo lo que puede salir en un texto, cosas que no tramitó oralmente, que ni siquiera se verbalizan pueden terminar en un texto. En la experiencia de volver me sentí muy acompañada, pude ver cierta incomodidad de parte del personal penitenciario y de otres no, me saludaban con alegría”.
El colectivo YoNoFui trabaja en proyectos artísticos y productivos en cárceles de mujeres y extiende sus actividades cuando las personas recuperan su libertad. Cuenta con la editorial Tinta Revuelta, con la cual durante el comienzo de la pandemia por Covid-19 se realizó un registro de relatos orales de mujeres y disidencias que expresaban sus vivencias en contexto de encierro a través del contacto telefónico. De esta experiencia surgió la publicación Hacer vivir, hacer morir. Pliegues de un encierro que se extiende. Junto al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) editaron Castigo a domicilio. La vida de las mujeres presas en sus casas, un libro que recupera las experiencias de quienes cumplen arresto domiciliario.
Además, publicaron el libro Tierra para vivir. Feminismos para habitar en colaboración con el Proyecto Reunión. Este libro recupera relatos orales de quienes participaron de la toma de tierras en la localidad de Guernica, provincia de Buenos Aires, y da cuenta de problemáticas en torno al hábitat y el acceso a viviendas. “Para nosotres es muy importante poder interactuar con otros colectivos y personas para ir viendo sus distintas perspectivas y compartiendo experiencias. No solamente nos interpelan los temas que tienen que ver con contextos de encierro, entendemos que hay muchas problemáticas que nos atraviesan y es necesario que las opiniones de todes estén en todos estos temas”, expresa Liliana. Es posible acceder a las publicaciones mencionadas en la página web de Tinta Revuelta.
* El conversatorio sobre el que se basa este texto se realizó el 9 de noviembre de 2021 y se encuentra disponible en el canal de Youtube Trascender el encierro: narrativas artísticas en época de pandemia. En el encuentro virtual también se presentaron intervenciones artísticas basadas en los textos publicados en la revista Rompiendo Fronteras editada por el Proyecto Comunicación para la Inclusión de la UNVM. Estos textos fueron también resignificados en nuevas creaciones con la participación de músicas integrantes del proyecto y de la Unión de Músicos Villamarienses (UNIMUV) y del Elenco Oficial Danzamble de la UNVM.
Fotos y videos de Liliana Cabrera y de sitios públicos de internet.
30 de junio de 2022
Claudia Ceballos
Es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Especialista docente en Educación en Contextos de Encierro. Becaria doctoral del CONICET. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Villa María y del INESCER Dr. Ángel Diego Márquez. Coordinadora del Proyecto de extensión Comunicación para la Inclusión en el Establecimiento Penitenciario N° 5 de Villa María. Coautora del libro Cárcel y Comunicación. Reflexiones de una experiencia educativa.