Cuento

El gigante que no podía dormir
por Mauro Guzmán | Ilustrado por Camila Orejas

1

Había un gigante que no podía dormir y que tenía un bolsillo en el corazón. Por eso consiguió la cama de un niño de China y se la guardó en el bolsillo del corazón. Pero él no sabía que era una cama para irse a despertar. Este tipo de camas se fabrican de día y hablan el idioma del niño que duerme sobre ellas. Son camas que saltan, les gusta escapar por la ventana y salir de paseo. Por eso el gigante de este cuento, cuando guardó la cama en el bolsillo de su corazón, se puso a saltar y a hablar en chino, y quiso escaparse por la ventana.

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Había un gigante que no podía dormir y que tenía un bolsillo en el corazón. Por eso consiguió la cama de un niño de China y se la guardó en el bolsillo del corazón. Pero él no sabía que era una cama para irse a despertar. Este tipo de camas se fabrican de día y hablan el idioma del niño que duerme sobre ellas. Son camas que saltan, les gusta escapar por la ventana y salir de paseo. Por eso el gigante de este cuento, cuando guardó la cama en el bolsillo de su corazón, se puso a saltar y a hablar en chino, y quiso escaparse por la ventana.

2

Después de saltar por la ventana, el gigante que no podía dormir consiguió un pijama y se lo guardó en el bolsillo de su corazón. Pero él no sabía que era un pijama de fantasmas, y los fantasmas no duermen, sino que se ponen pijamas porque viven de noche y esa es su ropa favorita. Cuando los fantasmas se casan, se ponen su mejor pijama y, por supuesto, un espantoso y delicado gorrito de cama. Al gigante de este cuento le dieron ganas de casarse, y salió a ver si se enamoraba de alguien.

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Después de saltar por la ventana, el gigante que no podía dormir consiguió un pijama y se lo guardó en el bolsillo de su corazón. Pero él no sabía que era un pijama de fantasmas, y los fantasmas no duermen, sino que se ponen pijamas porque viven de noche y esa es su ropa favorita. Cuando los fantasmas se casan, se ponen su mejor pijama y, por supuesto, un espantoso y delicado gorrito de cama. Al gigante de este cuento le dieron ganas de casarse, y salió a ver si se enamoraba de alguien.

3

Una tarde, cuando el aire oscurecía como un gran ojo que parpadea, el gigante se enamoró de Alguien. Se acercó corriendo en cámara lenta (que es la forma de andar de los gigantes enamorados), y le dijo:


Hasta ayer, y no te miento,
para mí vos no eras nadie.
Me enamoré y en el momento
te volviste mi gran Alguien.

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Una tarde, cuando el aire oscurecía como un gran ojo que parpadea, el gigante se enamoró de Alguien. Se acercó corriendo en cámara lenta (que es la forma de andar de los gigantes enamorados), y le dijo:


Hasta ayer, y no te miento,
para mí vos no eras nadie.
Me enamoré y en el momento
te volviste mi gran Alguien.

Alguien lo miró en silencio. Alguien no dijo nada. Y el gigante se sintió pequeño como un bicho bolita.

-¿No vas a decir nada?- preguntó el gigante – ¿No ves que tu amor no me deja dormir?

-No me quiero casar- le dijo Alguien-, pero te doy una palabra. Tomá. Es para vos. Escuchala bien, porque es inmortal, y tuya. 

Alguien estiró el cuello para acercarse a la oreja del gigante.

-¡No!- gritó el gigante-. Acá, en el bolsillo de mi corazón.

Alguien lo miró en silencio. Alguien no dijo nada. Y el gigante se sintió pequeño como un bicho bolita.

-¿No vas a decir nada?- preguntó el gigante – ¿No ves que tu amor no me deja dormir?

-No me quiero casar- le dijo Alguien-, pero te doy una palabra. Tomá. Es para vos. Escuchala bien, porque es inmortal, y tuya. 

Alguien estiró el cuello para acercarse a la oreja del gigante.

-¡No!- gritó el gigante-. Acá, en el bolsillo de mi corazón.

Alguien acercó los labios al bolsillo del corazón y pronunció una palabra. Era una palabra tan redonda que daba la vuelta al mundo y caía siempre dentro del corazón. Era una palabra tan honda que le cabían sueños, sustos y gatitos. Era una palabra tan nueva que fundaba el mundo cada vez que el corazón se sacudía. Y el gigante de este cuento se estaba por reír pero justo, justo, en ese momento, se quedó dormido.

Alguien acercó los labios al bolsillo del corazón y pronunció una palabra. Era una palabra tan redonda que daba la vuelta al mundo y caía siempre dentro del corazón. Era una palabra tan honda que le cabían sueños, sustos y gatitos. Era una palabra tan nueva que fundaba el mundo cada vez que el corazón se sacudía. Y el gigante de este cuento se estaba por reír pero justo, justo, en ese momento, se quedó dormido.

Icono fecha publicación  17 de agosto de 2023

Mauro Guzmán

Es narrador oral. Coordina talleres de escritura y de narración oral. Dirige Tusitalas, Elenco de Cuentacuentos del Instituto de Extensión de la Universidad Nacional de Villa María. Realiza espectáculos de cuentos en diferentes partes del país. Publicó el libro de poemas Los corazones de los tigres (Eduvim, 2022).

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Camila Orejas

Es ilustradora y estudiante avanzada de la licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual en la UNVM. Inspirada y apasionada por el cine y la animación, busca en sus personajes y dibujos transmitir emociones y contar historias.

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Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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