Poesía maorí I

Evelyn Putuawa Nathan
por Carina Sedevich | Ilustraciones de María Alicia Favot

Hace casi nueve años mi hijo partió con su novia hacia Nueva Zelanda. En principio fue una suerte de aventura: tramitaron una working holiday para ver qué pasaba. Y pasaron muchas cosas. Se quedaron allá, se integraron a la pequeña comunidad de la Isla Norte que los acogió, tuvieron una hija. Viven a la vera del océano. De visita en visita he ido conociendo algo de la cultura del lugar, una sabrosa mixtura entre el bagaje de los pueblos originarios y sus colonizadores. Como acá, como en tantos lugares del planeta.

New Zealand fue el nombre que le dieron al territorio los británicos que lo colonizaron, pero los nativos polinesios que antes de eso fueron llegando desde otras islas lo llamaban Aotearoa, que significa algo así como “tierra de la larga nube blanca”. Será que así lo veían mientras se acercaban, cruzando el Pacífico en sus canoas. Los polinesios que empezaron a quedarse en Aotearoa, sobre todo en la Isla Norte, fueron conformando una nueva comunidad: el pueblo maorí.

Ilustración

El pueblo maorí tiene poesía, como todos los pueblos. Es en poesía que se relata y transmite su cosmogonía, una poesía desbordada de naturaleza, que vincula con profundidad al ser humano con la Madre Tierra o Papatūānuku. Al pueblo maorí, como a todas las culturas que han sido colonizadas, le ha costado mucho recuperar y hacer trascender su lengua. A las mujeres maoríes les ha costado todavía más que a los hombres hacer oír su voz.

Evelyn Putuawa Nathan fue una de las primeras poetas maoríes que lograron ver su obra publicada: su libro Opening doors apareció en 1979, en Fiji. La historia de esta artista y educadora nacida en 1933 a orillas del río Kaihu, casi en la costa oeste de la Isla Norte de Nueva Zelanda, es bastante difícil de rastrear. Quienes la han investigado dicen que su familia vivía en una granja, dedicada a criar y ordeñar vacas, y que la madre de Evelyn murió cuando ella todavía era una niña. A los catorce años se fue a Auckland, donde vivía un hermano mayor, y después se trasladó a Australia, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Las imposiciones culturales la llevaron a hablar y a escribir en inglés. Cuenta una de sus hijas que, hacia el final de sus días, la poeta recordaba algunas pocas palabras en maorí y decía que quería dedicarse a estudiarlo. Evelyn murió en Sidney, Australia, en 2019.   

A lo largo de su vida Evelyn Putuawa Nathan, artista e intelectual autodidacta, escribió también artículos sobre arte, dibujó y pintó, fue activista por los derechos de las mujeres, de los escritores y de los pueblos originarios. Antes de dedicarse a la docencia tuvo otros oficios, como cocinera o enfermera. La vida de esta mujer, como la de las otras poetas maoríes pioneras de su generación, es sumamente rica y dedicada. Es por eso, sin duda, que los temas de la poesía de estas mujeres son muchos y variados: el amor por su comunidad, por sus hijos, por sus parejas, por la Madre Tierra y, en la mayor parte de los casos, la fuerte vivencia de pertenecer a dos razas, a dos culturas a la vez: la maorí y la británica. Todas las mujeres de las que nos ocuparemos en esta serie trabajaban para sobrevivir, muchas veces para criar a sus hijos en soledad, a la vez que se comprometían en la lucha por el respeto hacia su género, su raza, sus ocupaciones, sus profesiones, y se involucraban en ayudar a los demás miembros de su comunidad, especialmente a las mujeres y sus hijos, especialmente a los otros artistas.

Esta variedad de ocupaciones e intereses profundos se refleja en la escritura de Evelyn. En este caso, y en consonancia con los orígenes de mi aproximación personal a la cultura maorí, de entre los valiosos textos de esta autora a los que pude acceder elegí tres poemas que develan una nostalgia honda por su tierra natal. Sin duda la selección tiene que ver con que, en los elementos del paisaje que se van desgranando en estos versos, descubro hoy una nueva y propia añoranza familiar. Ojalá la belleza de la palabra de Evelyn también lxs toque.

El Kaihu [1]

El Kaihu se extiende
debajo de las montañas
atraviesa lento
pastos comidos por vacas,
la niebla del río se eleva,
el viento pasa
la sierra y muere.
Cuando jóvenes
anidábamos pájaros
en las veras arboladas.
Poníamos trampas para anguilas
en las presas, mientras nuestras
madres azotaban
las ropas sobre las piedras
y se sentaban
conversando. Limpiando
cabezas de kutu [2], esperando
que la ropa se secara.

The Kaihu

The Kaihu stretches
below the foothills,
idles through
cow chewing pastures,
the river mist rises,
the wind crosses
the range and dies.
When young we
bird nested
tree clad banks.
Set eel traps
in weirs, while our
mothers pounded
clothes on boulders
and sat about
gossiping. Cleaning
kutu heads, waiting
for washing to dry.

Omamari [3]

Al anochecer,
con la marea baja
las gaviotas abandonan los acantilados
en ruidosas bandadas
buscando los restos que empiezan a flotar,
ahí, la historia me conmueve.
También en las mañanas ventosas
con la primera luz
mientras un fuerte oleaje
golpea la costa,
un dolor
nace
al recordar que
mi canoa ancestral,
Mamari,
naufragó en esta playa.

Omamari

At dusk,
with the tide running out
and gulls leaving the cliffs
in noisy packs
to worry uncovered flotsam,
then, history stirs me.
And again on windy mornings
at first light
while a heavy surf
pounds the shoreline,
a sorrow
is born
as I remember that
my ancestral canoe,
Mamari,
foundered on this beach.

Ilustración en blanco y negro

Verano en el valle de Kaihu

Vuelvo con el verano a mi pueblo
los mismos álamos se tensan y despliegan
cuidando de no desperdiciar
un instante, sólo mirando
la corriente del Kaihu
en su carrera hacia el mar.
Ahora el verano empuja, impaciente
con un dedo de ardiente razón
susurrando nuevos secretos
prometiendo volver a contar cosas
que mis sentidos hastiados olvidaron.
Tonos frescos en un lienzo de maleza.
Alza sus dedos de punta escarlata
que detienen las horas
para que pueda volver a conocer
su trémulo valle, donde nací.

Summer in the Kaihu Valley

I return with summer to my village
the same poplars stretch and unfurl
taking care not to squander
a moment, just watching
the flow of the Kaihu
in her seaward quest.
Now summer prods, impatient
with a finger of ardent reason,
whispering new secrets
promising to retell things
forgotten by my jaded senses.
Fresh hues on a bushland canvas.
She holds aloft scarlet-tipped fingers
halting the hours
so I may know again
his hesitant valley of my birth.

Notas al pie

[1] Río que da nombre a la localidad natal de la poeta.
[2] Piojos (en maorí en el original).
[3] Playa sobre la costa del Mar de Tasmania, cercano al lugar natal de la poeta.

* Versiones en castellano de Carina Sedevich.

Producción audiovisual de Carolina Ramírez – Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.

Icono fecha publicación  26 de diciembre de 2024

Carina Sedevich

Se graduó en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Villa María. Cursó el doctorado en Semiótica en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Su obra poética ha sido publicada en diversos países de Europa, Asia, Norteamérica y Latinoamérica y traducida al inglés, al chino, al portugués, al italiano, al polaco y al catalán. Entre otras distinciones, recibió el Premio de Poesía José Pedroni. Dirige Revista Ardea desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.

 

María Alicia Favot

Nació en Bahía Blanca en 1957. Se formó en talleres y estudios de artistas plásticos de su ciudad adoptiva (Cipolletti, Río Negro) y en los talleres de dibujo y pintura del IUNA. Formó parte del grupo Odisea, un multitaller de pintura, letras y filosofía. Expuso desde el 2000 en muestras individuales y colectivas en nuestro país y en el Museum of the Americas (Florida, Miami-USA). La distinguieron con la “Perla de Mar” en el ciclo Arte Contemporáneo del Museo del Hombre del Puerto de Mar del Plata. Los vaivenes de la vida la llevaron también por el camino de la docencia, el derecho y la escritura. Actualmente ilustra  para la revista de arte y literatura Colofón y para Tanta Ceniza Editora. Es autora del libro Nada que nos ilumine (Factorum, Buenos Aires, 2023).

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Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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