No es para hablar de mí que escribo
de la glicina: cayó
su lluvia ligera
azul–
violácea–
celeste.
No es para hablar de la glicina
que la comparo con una lluvia
y adjetivo esa lluvia.
Es para detener este momento nocturno:
la casa en calma
y los pensamientos que ennoblecidos velan
por un ordenamiento
que lo abarque todo.

No es para hablar de mí que escribo
de la glicina: cayó
su lluvia ligera
azul–
violácea–
celeste.
No es para hablar de la glicina
que la comparo con una lluvia
y adjetivo esa lluvia.
Es para detener este momento nocturno:
la casa en calma
y los pensamientos que ennoblecidos velan
por un ordenamiento
que lo abarque todo.


El gomero
De entre todos los árboles
que miro en mis caminatas
prefiero el gomero.
Quisiera parecerme a él.
No se pierde en dádivas de flores.
No sucumbe a las tormentas.
Da sombra al fatigado.
Sus hojas de un verde intenso
son fuertes, nervadas y lechosas.
La raíz es profunda y se extiende desaforada:
levanta veredas
resquebraja paredes.
En el invierno las hojas
se tornan de un amarillo purísimo
y caen una a una sobre la calle
como lágrimas
de un enorme Dios que llorara.
El gomero
De entre todos los árboles
que miro en mis caminatas
prefiero el gomero.
Quisiera parecerme a él.
No se pierde en dádivas de flores.
No sucumbe a las tormentas.
Da sombra al fatigado.
Sus hojas de un verde intenso
son fuertes, nervadas y lechosas.
La raíz es profunda y se extiende desaforada:
levanta veredas
resquebraja paredes.
En el invierno las hojas
se tornan de un amarillo purísimo
y caen una a una sobre la calle
como lágrimas
de un enorme Dios que llorara.

Esta noche
a José Luis Pagés
Esta noche va a helar
-pensé-
con una inexplicable congoja.
Miré las plantas del patio
que amagaron con florecer
después del “veranillo de San Juan”.
Esta noche va a helar.
Sí.
Pero ya heló sobre los que fueron
nuestros sentimientos de antaño
aquellas pasiones.
Va a helar.
Ya heló
-me dije-.
Quisiera extender
al menos mi mirada
aún tibia como una manta
sobre las plantas del patio
y protegerlas.
Comienzo a envejecer.

Esta noche
a José Luis Pagés
Esta noche va a helar
-pensé-
con una inexplicable congoja.
Miré las plantas del patio
que amagaron con florecer
después del “veranillo de San Juan”.
Esta noche va a helar.
Sí.
Pero ya heló sobre los que fueron
nuestros sentimientos de antaño
aquellas pasiones.
Va a helar.
Ya heló
-me dije-.
Quisiera extender
al menos mi mirada
aún tibia como una manta
sobre las plantas del patio
y protegerlas.
Comienzo a envejecer.

Poemas de Estela Figueroa en El hada que no invitaron (Bajo La Luna, Argentina, 2016).
Ilustraciones de María Alicia Favot.
25 de marzo de 2022

María Alicia Favot
Nació en Bahía Blanca en 1957. Se formó en talleres y estudios de artistas plásticos de su ciudad adoptiva (Cipolletti, Río Negro) y en los talleres de dibujo y pintura del IUNA. Formó parte del grupo Odisea, un multitaller de pintura, letras y filosofía. Expuso desde el 2000 en muestras individuales y colectivas en nuestro país y en el Museum of the Americas (Florida, Miami-USA). La distinguieron con la “Perla de Mar” en el ciclo Arte Contemporáneo del Museo del Hombre del Puerto de Mar del Plata. Los vaivenes de la vida la llevaron también por el camino de la docencia, el derecho y la escritura. Actualmente ilustra para la revista de arte y literatura Colofón y para Tanta Ceniza Editora.