Roy Andersson afirma que una “colección de situaciones sobre seres humanos” narra más y mejor que una historia. Siento que de ese modo funciona la muestra en que la realizadora audiovisual Carolina Ramírez trabajó durante el confinamiento que nos impuso la pandemia.
El cineasta sueco monta cada escena de sus películas como cuadros de una exposición. En algún momento explicó que lo hace porque le parece esencial prestar atención al lugar que las personas habitan: “concedo gran importancia a la colocación de los objetos y al lugar de los personajes. Si cambio la posición de una silla frente a una ventana, el efecto cambia por completo. Necesito encontrar la posición perfecta, la única posición posible”.
Conociendo un poco tu forma de trabajar, entiendo que coincidís con la perspectiva de Andersson, Carolina.
Cada elemento puesto en escena tiene una intención. Seguramente en mi trabajo me veo influenciada por la formación y la experiencia en ficción, publicidad y comunicación institucional. Para mí es determinante qué está entrando en cuadro, cómo está entrando, qué colores aparecen. Si puedo intervenir la escena para reforzar el objetivo, lo hago.
Con respecto a esta muestra, me comentabas que refleja tu interés por dar cuenta de dualidades e impermanencias.
Creo que las dualidades pueden verse desde el concepto hasta lo compositivo. El encanto o privilegio de compartir con mi familia y a su vez la necesidad de un momento de soledad; la vida y la muerte en la misma planta; la luz y la oscuridad; el día y la noche; las líneas rectas y las curvas; lo artificial y lo natural. Los opuestos me hacen reflexionar sobre posibilidades y sobre gratitud, acerca de aquello que pasamos por alto muchas veces.
Me llama la atención el momento a captar, ese instante de luz o esa textura en un espacio que es único, ya que de inmediato muta por diversos factores. Así es también como me veo a mi misma.
Con respecto a la impermanencia me llama la atención el momento a captar, ese instante de luz o esa textura en un espacio que es único, ya que de inmediato muta por diversos factores. Así es también como me veo a mi misma, en estados diferentes, atravesada por un contexto inestable y, por otra parte, inmersa a veces en una rutina insostenible, que desarmoniza lo que creía estable.
La mayoría de tus fotos muestran las escenas de una manera realista, como las vería el ojo humano. Sin embargo hay piezas que presentan algo diferente, matices en la búsqueda estética y expresiva.
En general suelo hacer fotografías que no denoten demasiada artificialidad, donde la cámara es cómplice de quien observa, porque mi idea es empatizar, mostrar mi perspectiva a lxs espectadorxs. Si bien algunas puestas son armadas, ficcionalizadas, siempre la idea es transmitir los conceptos de manera “realista”. En esta muestra no utilizo ángulos de visión demasiado extremos, que deformen la escena, así como tampoco modifico en exceso colores o luces. Con respecto a las imágenes tomadas con exposición larga, o superpuestas, mi idea fue plasmar el movimiento, expresar la relatividad del tiempo, extraño, lento, como la obturación.
¿Cómo fue que decidiste aparecer en las fotos de esta muestra? Me contabas que antes de la pandemia ni siquiera te sacabas selfies.
La verdad es no tenía nadie más a quien recurrir. Para ser sincera, me costó mucho poner el cuerpo. Siempre me sentí cómoda detrás de cámara, no delante. Fue un desafío para mí. Cuando dirijo una escena puedo ver la puesta como un todo, pero al autodirigirme es más complejo visualizar la escena de esa manera. De todas formas creo que los obstáculos se presentan para ayudarnos a evolucionar. Quizá esta exposición me impulse a superar el pánico escénico.
El registro, contás, empezó por las pequeñas cosas de la naturaleza en las que antes no habías reparado y siguió por las habitaciones de la casa, en busca de los juegos de luz y sombra. ¿Cuándo te empieza a interesar registrar las situaciones que involucran a tu hijo Dante, tu perro Simón, tu compañero Pablo?
Lo que me interesó incluir en la muestra fue la modificación de espacios, hábitos y vínculos que trajo aparejada la pandemia. Retratar estas pequeñas situaciones de mi mundo en particular y del entorno. Hay un cierto toque de comedia en la puesta, como en eso de arreglarse para ir a comprar como si fuese la salida del año, el tapabocas colgado del portallaves para no olvidarlo, o el lío de la habitación más allá del alcance de la cámara de Meet.
“Sientes el encierro”, dice la canción de Charly que venía a la cabeza de Carolina mientras trabajaba sobre las fotos de esta muestra. Y sí, es imposible esquivar las sensaciones que generan las sombras de las rejas cayendo sobre las caritas de Dante y de Simón, las penumbras de las habitaciones en que se prolongaba la estancia y se perdían las referencias con respecto al paso del tiempo.
Pero también es imposible pasar por alto la belleza de las imágenes que dan cuenta del redescubrimiento de cosas preciosas que tenemos a mano y en las que habitualmente no reparamos. Carolina habla de eso cuando en el transcurso de la charla pronuncia, varias veces, la palabra “gratitud”. Es que, si hablamos de luz y de sombra, no existe una sin la otra. O, como dice mejor en su canción el poeta, “hay una grieta en todo, así es como entra la luz”.
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Carolina Ramírez es realizadora audiovisual, licenciada en Diseño y Producción de Imagen por la Universidad Nacional de Villa María. Se especializa en Arte, Dirección, Fotografía y Postproducción. Trabajó en publicidad, ficción, programas de TV y documentales. Dictó talleres de fotografía, fue profesora adscripta y participó de proyectos de investigación y publicaciones concernientes al área audiovisual. Actualmente se desempeña como realizadora en la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM y de manera autónoma en producciones independientes.
Fotos de Carolina Ramirez.
20 de mayo de 2021
Carina Sedevich
Se graduó en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Villa María. Cursó el doctorado en Semiótica en el Centro Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Es autora de diecisiete libros de poesía. Su obra poética ha sido publicada en diversos países de Europa y Latinoamérica, incorporada a antologías nacionales y traducida al portugués, al inglés, al italiano, al mallorquín y al polaco. Es profesora de Yoga y de Meditación. Coordina Ardea | Revista de arte, ciencia y cultura desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.