Certamen de Crónica Policial

El femicidio de Marita Lanzetti
por Franco Cervera

El femicidio de María Eugenia Lanzetti fue sin dudas uno de los crímenes más espeluznantes que se vivió en el país. Además marcó el comienzo de las movilizaciones de Ni una menos en San Francisco y un cambio en el comportamiento de la Justicia local. El 15 de abril de 2015 la maestra jardinera recibió múltiples puñaladas por parte de su ex marido, Mauro Bongiovanni, mientras daba clases en la guardería Estrellitas Traviesas frente a pequeños de 2 y 3 años. A seis años del atroz episodio, amigas y familiares sostienen que atendiendo a las numerosas denuncias previas la tragedia se podría haber evitado.

Era una mañana fresca y de lluvia. Estaba al frente de su casa, con la mirada perdida, las manos y la remera llenas de sangre. Minutos atrás había dejado la sala del jardín maternal donde acribilló a su ex mujer. Todo había terminado de la peor manera. Recién allí, por fin, fue detenido Mauro. Pero este desenlace corresponde a una dura crónica donde Marita, como todos la llamaban, dio innumerables pedidos de auxilio. Y la Justicia no la escuchó.

Lanzetti dio su primera señal diez meses antes, en junio de 2014. El hombre llegó alcoholizado al domicilio familiar de calle Juan B. Justo 727, discutieron, él rompió algunos muebles y la golpeó.  La maestra efectuó la denuncia contra su expareja ante el Juzgado de Niñez, Juventud, Violencia Familiar y Penal Juvenil. Sin embargo, en esa ocasión ella manifestó su intención de no promover acción penal en contra de Bongiovanni, por lo que la fiscalía archivó la causa, aunque ordenó la inmediata restricción de acceso al hogar. Mauro se fue a vivir a una casa ubicada a pocos metros. No fue detenido.

El 6 de septiembre de ese mismo año, Bongiovanni violó la medida judicial e ingresó a la casa con un arma de fuego. María Eugenia no se encontraba allí, pero sí uno de los hijos de la pareja, quien dio aviso a la policía que demoró al hombre y secuestró el arma. Marita y el homicida son padres de dos adolescentes.

En ese momento, las pericias psiquiátricas y psicológicas determinaron que el hombre tenía “sus frenos inhibitorios sin particularidades, con conciencia de la situación presente y juicio crítico conservado, no presentando un índice de riesgo cierto inminente”. De todos modos, ya instando acción penal y pasando la causa a cargo del fiscal Oscar Gieco, ordenaron su traslado al área de Salud Mental de Hospital J. B. Iturraspe de San Francisco y decretaron el impedimento de contacto con la mujer, a quien luego el Juzgado de Violencia Familiar le otorgó un botón antipánico. No fue detenido.

El 25 de octubre, Bongiovanni intentó comunicarse por teléfono con su exmujer y estacionó su auto enfrente de la casa, por lo que ella accionó por primera vez el botón antipánico y la policía acudió al lugar. Con la nueva denuncia, el fiscal Gieco ordenó nuevas pericias psiquiátricas. No fue detenido.

Pocos días después, el 3 de noviembre, las nuevas pericias reafirmaron que “no presentaba índice de riesgo cierto inminente” y aconsejaron continuar con el tratamiento psiquiátrico ambulatorio al que ya se lo había sometido, con la supervisión de un familiar. No fue detenido.

El hermano de Bongiovanni informó el 21 de noviembre a la Justicia que éste se encontraba internado en una clínica psiquiátrica de la ciudad. A principios de diciembre, una junta médica conformada por profesionales del área de medicina forense de Tribunales le realizó una nueva pericia psiquiátrica y psicológica. Determinaron que “no se advertían síntomas de violencia en su esquema de pensamiento actual ni en su afectividad; su juicio estaba conservado comprendiendo la criminalidad de sus actos”. El fiscal Oscar Gieco indagó al empresario, y luego renovó el impedimento de contacto con la maestra jardinera. No fue detenido.

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Marita, como todos la llamaban, dio innumerables pedidos de auxilio. Y la Justicia no la escuchó.

Marita se veía acorralada. Y dio los últimos y desesperados pedidos de ayuda a la Justicia en febrero de 2015. El 9 y 17 registró dos denuncias más, la primera fue luego de que su ex tocó timbre en su casa. Activó el botón antipánico por segunda ocasión, concurrieron dos patrulleros pero no localizaron al hombre. La última denuncia fue porque le envió mensajes de texto por teléfono celular. Tampoco fue detenido.

Dos meses después, tras regresar de un viaje de placer en el Caribe con un amigo, Bongiovanni asesinó a Marita mientras daba clases en la guardería maternal del centro vecinal de barrio Jardín.  Ese 15 de abril, el cobarde homicida esperó en su auto afuera de la institución hasta que se retiró el único hombre que se desempeñaba en el lugar, un médico. Entonces ingresó con una cuchilla y acribilló a su ex sin mediar palabra. Le provocó seis heridas mortales.

Esa terrible escena se vivió frente a cinco pequeños que tenían entre 2 y 3 años de edad. Pese a que una compañera de Lanzetti le partió una silla en la espalda, Bongiovanni no paró hasta matarla. Luego se retiró del lugar, fue hasta su casa, y algunos minutos después, llegó un móvil de la policía de la Departamental San Justo. Recién ahí fue detenido.

Desde el primer día, amigos y familiares reclamaron ante el poder judicial que no hizo lo suficiente para evitar un femicidio anunciado. “La Justicia no hizo nada, no la protegió, no la miró. La orden de restricción estaba pero ellos vivían a solo media cuadra. Para la Justicia ella se tenía que mudar”, dijo con mucho dolor en su tono María de los Ángeles Bertorello, quien era amiga íntima de Marita y desde aquel fatídico día fue la primera en pedir justicia. Asegura que también “va a luchar para que paguen los actores judiciales y profesionales médicos que podrían haber evitado este femicidio ante tantas denuncias”.

La víctima había efectuado al menos seis denuncias por violencia familiar entre junio de 2014 y febrero de 2015, pero Bongiovanni en ningún momento fue detenido y cada vez que se lo sometió a tratamientos psiquiátricos salió a los pocos días. “Lo único que buscaba él era matarla, y si la Justicia lo hubiera detenido no hubiera pasado lo que pasó. Él la seguía, la acosaba y vivía a solo cincuenta metros pese a la orden de restricción”, enfatizó Bertorello.

Tras el atroz femicidio de Marita, los fiscales de San Francisco adoptaron en la práctica otro tipo de medidas ante las denuncias de violencia de género o familiar. Con una denuncia hoy basta para que los actores judiciales ordenen la detención inmediata del agresor y profundizar la investigación.

En agosto de 2016 la Cámara del Crimen de San Francisco condenó a Mauro Bongiovanni, quien había reconocido la autoría del hecho pero trató de presentarse como inimputable, a la pena de prisión perpetua. La imputación que pesaba sobre el acusado era homicidio calificado por el vínculo y por violencia de género, tenencia de arma y desobediencia a la autoridad.

En sus últimas palabras durante el juicio, Bongiovanni pidió perdón por lo ocurrido a sus dos hijos, a la familia de Marita y a la sociedad de San Francisco. “Estoy enfermo, me equivoqué. No sé qué me pasó por la cabeza, lamento mucho lo sucedido”, manifestó luego de que su abogado defensor insistiera con su inimputabilidad.

Las manifestaciones del colectivo feminista bajo la consigna Ni una menos comenzaron el 3 de junio de 2015, pocas semanas después del femicidio de María Eugenia Lanzetti. La sociedad todavía estaba conmocionada por el crimen de la maestra, por lo que ese día en la ciudad de San Francisco hubo una importante caravana desde el centro cívico hasta Tribunales pidiendo justicia y gritando basta a la violencia de género.

La marcha se dio en otras ochenta ciudades de la Argentina, la manifestación se extendería a otros países de Latinoamérica, Europa y Asia. Para la ciudad, el caso Marita Lanzetti fue el puntapié inicial de una movilización que se potenció en el tiempo con marchas y acciones de reclamo para luchar contra la violencia de género. Este estremecedor homicidio fue el primero en la historia criminal de San Francisco calificado como femicidio tras la incorporación de la figura en el Código Penal en 2012.

 

 * El presente texto fue seleccionado en la categoría Periodistas | Comunicadores en el Certamen de Crónica Policial de Proximidad organizado por la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM, el Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales de la UNVM a través de su Secretaría de Investigación y Extensión y de las licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y en Comunicación Social, SADE Villa María y CISPREN Villa María. El jurado estuvo integrado por Malvina Rodríguez, Carla Avendaño, Horacio Lucero y Diego Di Giusti.

Foto de portada de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM. Otras fotos de sitios públicos de internet.

Icono fecha publicación   27 de mayo de 2021

Franco Cervera

Es de San Francisco, Córdoba. Estudió licenciatura en Comunicación Social, Tecnicatura Universitaria en Periodismo y Tecnicatura en Periodismo Deportivo. Actualmente trabaja en El Periódico de San Francisco y conduce un programa de noticias en FM 97.1 Radio Centro. Es un apasionado del periodismo entendido como profesión para cumplir con el derecho de la información a la ciudadanía y como motor de lucha para muchas voces.

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Catamarca 1042, Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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