La pantalla occidental y los

Dramas asiáticos
por Camila Torti

Los dramas asiáticos han estado rondando sigilosamente en nuestras vidas desde hace mucho tiempo. Cuando empecé a incursionar en la cultura oriental me encontré con personas que decían haber visto una serie “china” en la televisión, emitida como novela de las dos de la tarde. Ahora con la explosión asiática que causó la película Parasite (2019) y el auge del K-pop somos más conscientes de la cantidad de contenido asiático que existe, incluso Netflix ha aumentado su oferta y ha llegado a considerarse cotidiano su consumo, cuando antes era un gusto exótico.

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Drama no es más que la forma en la que Japón, China y Corea del Sur nombran a las series televisivas producidas tanto en oriente como en occidente. Suelen denominarse también como doramas.

“Lo chino”, como lo catalogamos los occidentales -no despectivamente, sino por ingenuo desconocimiento a causa de la lejanía kilométrica y cultural- es un abanico enorme constituido por una gran variedad de contenido. En este vasto mundo se albergan los dramas.

Drama no es más que la forma en la que Japón, China y Corea del Sur nombran a las series televisivas producidas tanto en oriente como en occidente. Suelen denominarse también como doramas. Me tomo el atrevimiento de apuntar que dorama define sólo a las producciones japonesas, ya que deriva de la forma en que los japoneses, a diferencia de los chinos y coreanos, pronuncian drama. Para evitar confusiones, le agregaremos la letra del país del que proviene para diferenciarlos: drama coreano, K-drama; drama japonés, J-drama; drama chino, C-drama. Las letras son para distinguirlos en la lectura, porque como vamos a ver las diferencias entre unos y otros los hacen fácilmente identificables.

Podríamos hablar horas y horas de las diferencias entre estas tres producciones, pero vamos a tratar tres puntos a los efectos de que cualquiera pueda identificarlas. La técnica de producción audiovisual, la narrativa y la accesibilidad son los tres aspectos que observaremos.

Resumamos algunas características generales. Los K-dramas tienden a tener 16 capítulos de una hora; los J-dramas de 10 a 12 capítulos de 40 minutos a una hora, o en ocasiones de 30 minutos; los C-dramas suelen tener muchos más capítulos, 30 o más, y su duración es variable: de 30 minutos a una hora. Para cada drama se componen canciones con artistas seleccionados, conectando la industria de la música con la de la televisión. Además, se genera un efecto similar al starsystemde Hollywood y, en el caso de Corea, es normal ver actores de cine o de mucho prestigio y hasta cantantes como protagonistas de estas series.

La técnica de producción audiovisual es uno de los elementos que más diferencia a estos productos, sobre todo porque los presupuestos, tiempos y contextos de producción son distintos en cada país.

Los J-dramas y en general la producción televisiva japonesa se caracteriza por una calidad de imagen baja. Si vemos un J-drama al lado de un K-drama, quizás notaremos que el J-drama se ve “raro”, con menos contraste, con colores desaturados, por hablar en términos más cotidianos. Es que la televisión japonesa maneja presupuestos muy recortados y en general no hay mucho interés en invertir en producción, aunque haya excepciones. Pero tienen un aspecto a favor: la dirección. Tal vez por la falta de equipamiento, la dirección está más pensada, la cámara fluye de manera original. Un estilo similar de dirección puede verse en el cine japonés.

En cambio, si hay algo que caracteriza a la producción coreana en general es su calidad visual y los K-dramas no se quedan atrás. La calidad de imagen es cinematográfica y eso es porque los equipos son los que se utilizan también en la realización de películas. Corea es sinónimo de innovación, por eso si vemos K-dramas de hace diez años y los comparamos con los de ahora notamos el impresionante desarrollo visual. Son producciones que están hechas para entrar por los ojos. Los coreanos son conscientes de que esa es una forma de atrapar al espectador. Flaquean al abusar de esteticismo. Muchas veces esta obsesión por la atracción visual hace que la técnica supere a la narración y termina ofreciendo imágenes vacías de sentido que suelen apoyarse en la romantización y sexualización de, principalmente, los protagonistas masculinos.

Los C-dramas reciben muchísimas inversiones y se caracterizan por tener una calidad visual casi como la coreana, pero con el mismo problema: muchas veces la belleza es banal. Los tiempos de producción son muy cortos, la censura produce problemas de continuidad, las fallas en los efectos especiales son recurrentes y las direcciones no son destacables. Un dato importante es que muchas de las producciones chinas están dobladas y en ocasiones los doblajes producen la pérdida del diseño sonoro.

Pasando al segundo de los aspectos a considerar, veamos un poco las historias que tienen para contar los dramas de las diferentes culturas. Arrancamos este artículo diciendo que los J-dramas tenían quizás la calidad de imagen más baja entre los tres países. Sin embargo, gozan de una libertad narrativa que no es comparable a la de Corea ni mucho menos a la de China. Los J-dramas tienen las más variadas historias y representaciones: lo que podamos imaginarnos y, todavía más interesante, lo que no podemos imaginarnos, tiene un drama en la televisión japonesa. Hay historias mejores y peores y también es bajo el presupuesto para guiones, pero creo que es destacable la variedad. Uno de los géneros más populares dentro de los J-dramas son los llamados sliceoflife, dramas que cuentan historias de la vida cotidiana. 

Algo interesante de los K-dramas es que una gran cantidad de guionistas son mujeres, lo que no es muy común en el cine de este país y creo que en el de ningún lado. Los K-dramas cubren en general todos los géneros y entre el montón de producciones que salen por mes, siempre hay alguno cuya calidad es destacable. Aun así, la censura social es un tema que pesa: desde el público hay ciertas exigencias implícitas acerca de lo que no se puede mostrar y en ocasiones se levantan denuncias contra alguna producción. De cualquier forma, estas limitaciones se están corriendo poco a poco. El género de detectives y el melodrama son los de mayor calidad narrativa dentro de la televisión coreana.

Donde la censura sí es un verdadero problema y ya está ligada a entramados políticos es en China, lo que afecta de modo directo a los C-dramas. La mayoría de las historias son del género romance por dos razones: porque los grandes inversores quieren tener rédito y es lo que más vende y porque es un género que permite alejarse de ciertas críticas sociales y mantener tradiciones. Es muy normal ver dramas románticos donde se refuerza el modelo de mujer como esposa que depende de su marido y debe atenderlo. Pululan también muchos dramas de fantasía que corren también las historias de la realidad actual. Los C-dramas deben pasar por una entidad gubernamental que los apruebe, lo que provoca muchas veces recortes de escenas. Igual no todo está perdido, a pesar de esas circunstancias se generan producciones que vale la pena ver.

Con respecto a la accesibilidad, en la actualidad las plataformas de streaming la vuelve más sencilla. El problema es que la selección siempre es bastante acotada y tiende a incluir sólo lo que es más popular. Afortunadamente hay variedad de sitios y lugares donde podemos ver estos dramas asiáticos. Los K-dramas y poco a poco los C-dramas se vuelven cada vez más accesibles, pero hay producciones japonesas que nunca llegan a subtitularse, lo cual es también el reflejo de una política que no busca expandir mercado, como sí es el caso de Corea y China.

En una lectura rápida podríamos decir que los K-dramas se llevan los laureles. Pero esto es en realidad una búsqueda personal. Cada país tiene su estilo y sus historias, esto nos va a llevar a simpatizar más con unas que con otras. Podríamos pasar por alto la baja calidad de imagen de los J-dramas porque cuentan una historia interesante, o podemos decidir ver un C-drama con un romance tradicional porque nos da curiosidad saber cómo retratan las relaciones. Lo importante, es que más allá del entretenimiento que nos brindan estas series podamos tomar estos puntos para realizar un análisis crítico como espectadores, para que con cada nuevo drama vayamos internalizando nuevas perspectivas.

Si bien estuvimos hablando en términos bastante superficiales, en mi opinión esta es una base esencial para empezar a profundizar en el análisis de estas producciones. Ahora que ya tenemos en claro lo grueso, podemos empezar a preguntarnos por qué China tiene las historias que tiene, qué expresan de su sociedad. O pensar qué significa la estética de la imagen para Corea y de dónde viene su obsesión con el dinamismo. O qué pasa con la sociedad japonesa que no tiene interés en invertir en narrativas televisivas teniendo una variedad tan amplia y diversa de historias para contar. O simplemente entender que lo que vemos en nuestras pantallas es el reflejo de estas ricas culturas asiáticas, cada una con individualidades y características propias que no pueden disolverse en una generalización tan amplia como “lo chino”.

Fotos de sitios públicos de internet y de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.

Icono fecha publicación  29 de septiembre de 2022

Camila Torti

Camila Torti es realizadora audiovisual y estudiante avanzada de la Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual de la Universidad Nacional de Villa María. Se desempeña principalmente como directora de Fotografía y Montaje. Como apasionada del cine y su teoría, el descubrimiento del  audiovisual asiático le confirió una nueva visión a sus estudios sobre estética de la imagen. Actualmente trabaja en su Tesis Final de Grado sobre la representación norcoreana en el cine surcoreano. 

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Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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