El presente escrito tiene como objetivo echar luz sobre el impacto de la pandemia en la situación de las trabajadoras domésticas remuneradas. Para comenzar es menester mencionar la existencia de la Ley 26.884 en nuestro país. Esta ley, sancionada y promulgada en 2013, presenta el Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares y en el artículo 2 manifiesta:
“Se considerará trabajo en casas particulares a toda prestación de servicios o ejecución de tareas de limpieza, de mantenimiento u otras actividades típicas del hogar. Se entenderá como tales también a la asistencia personal y acompañamiento prestados a los miembros de la familia o a quienes convivan en el mismo domicilio con el empleador, así como el cuidado no terapéutico de personas enfermas o con discapacidad”.
La brecha de género y la feminización de la pobreza se han visto profundizadas durante la pandemia.
La ley no se refiere explícitamente a “trabajado doméstico”, pero lo podemos considerar tal si nos remitimos a la definición brindada por Peredo Beltrán citando a Goldsmith, quien caracteriza al trabajo doméstico como el conjunto de actividades que están encaminadas hacia la reproducción cotidiana, teniendo como sede de producción al hogar e incluyendo actividades como la limpieza, el mantenimiento y el cuidado de niñxs, entre otras tareas.

Los datos arrojados por la Encuesta Nacional a Trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad realizada en 2018 y publicada en 2020 revelaron algunas cuestiones importantes sobre el perfil de las personas que desarrollan trabajo doméstico remunerado en nuestro país. Un dato significativo fue que el 99,3 por ciento de las personas trabajadoras de casas particulares son mujeres, mientras que los varones son sólo el 0,7 por ciento. Asimismo el estudio permitió ver que una gran mayoría, tanto como el 44,2 por ciento, son jefas de hogar, y por ende la principal fuente de ingresos y sostén de sus familias.
Es notable que gran cantidad de mujeres realiza este trabajo, en contraposición a un escaso porcentaje de varones. Esta asimetría en la división de los empleos remunerados es también lo que sucede dentro de los hogares, dentro del espacio identificado como “lo privado”. Si bien no es el tema central del presente escrito, es importante mencionar que en muchas familias la desproporción en la atribución de las tareas domésticas es moneda corriente. Sí, parece un loop infinito y hasta un hartazgo leerlo, pero en general las mujeres son quienes se encargan mayormente de limpiar la casa, planchar, lavar, cocinar, etc. Se puede inferir entonces que es muy probable que quienes trabajan en casas particulares sean también quienes realicen las mismas tareas en sus hogares sin recibir una remuneración a cambio [1].

Ahora bien, ¿qué sucedió con la llegada del Covid-19? Tras la sanción del Decreto de Necesidad y Urgencia Nº297/20, en el cual se dispuso el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, muchas actividades se vieron suspendidas por la posibilidad de contagio. Sin embargo, se declaró a las tareas de cuidado de personas como servicio esencial, por lo que desde el primer momento quienes están abocados a este tipo de trabajo -en su mayoría, como se mencionó anteriormente, mujeres- han estado en la principal trinchera, si se pone en términos bélicos, frente a la propagación del virus.
El informe técnico de la Organización Internacional del Trabajo sobre el Covid-19 y el trabajo doméstico en Argentina arroja algunos datos claves para entender la vulnerabilidad de este sector de la población en contexto pandémico. Lo relevado está vinculado a varios factores, en primer lugar la posibilidad de perder el empleo debido a la suspensión de la relación laboral por restricciones o temor al contagio. Otra cuestión es que, dado que muchas trabajadoras no tienen cuenta bancaria, se presentan dificultades para recibir la remuneración si la relación laboral permanece sin concurrencia al lugar de trabajo. Por otra parte las personas que siguen realizando su trabajo no sólo están más expuestas al virus por estar en contacto con otros en general sino también por la posibilidad de cuidar a posibles infectados de Covid-19 sin saberlo.
Sonia Kopprio, titular del Sindicato del Personal del Servicio Doméstico de Río Negro y Neuquén, estuvo brindando notas en diversos medios para visibilizar la situación de las empleadas de casas particulares. Sonia relata vivencias de sus compañeras, a muchas de la cuales les bajaron el salario o han sido despedidas desde el comienzo de la pandemia. Denuncia además que “no se están cumpliendo los protocolos, son muchísimos los empleadores que no proveen barbijos, ni guantes, ni alcohol en gel a las compañeras. Hay muchas que murieron y muchas más están enfermas o contagiadas”.

Según la Organización de las Naciones Unidas el 70 por ciento de las personas pobres en el mundo son mujeres y, aunque las mujeres realicen el 66 por ciento del trabajo en el globo y produzcan el 50 por ciento de los alimentos, sólo reciben el 10 por ciento de los ingresos y poseen el 1 por ciento de la propiedad. En el presente contexto de crisis sanitaria, el 70 por ciento de los trabajos en sectores sanitarios y sociales están ocupados por mujeres, lo que se traduce en mayor exposición al virus.
Es evidente que esta problemática debe leerse en clave de género y de clase para comprender que, si bien las mujeres han roto ese famoso techo de cristal y muchas han podido ingresar al mercado laboral, cabe preguntarse a qué costo. Los datos y estadísticas son la demostración empírica del incremento de la brecha de género y la feminización de la pobreza, problemáticas que se han visto profundizadas durante la pandemia, lo que exige un efectivo tratamiento a través de políticas públicas con perspectiva de género en pos de un objetivo clave: la reducción de las desigualdades.

[1] Para ampliar el tema recomiendo esta lectura: https://economiafeminita.com/eso-que-llaman-amor-es-trabajo-no-pago/.
Referencias
Peredo Beltrán, Elizabeth. (2003) Mujeres, trabajo doméstico y relaciones de género: reflexiones a propósito de la luchade las trabajadoras bolivianas.Recuperado de: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/gt/20101012022000/7pereda.pdf.
OIT – Oficina de País de la OIT para la Argentina. Mourelo, Elva (2020) La Covid-19 y el trabajo doméstico en Argentina.
ECETSS – (2020) Condiciones de empleo, trabajo y salud de Trabajadoras Domésticas de Casas Particulares. Resultados del 2018.
Fotos de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.
5 de agosto de 2021

Sofía Rodríguez
Es estudiante avanzada de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad Nacional de Villa María. Le gusta encontrarse en el proceso de escritura, lugar de constante aprendizaje y descubrimiento. Es integrante de Politólogos al whisky y colabora en Escenario Mundial.