Antes del frío cruel del invierno, Agarrate Catalina dejó su desfachatez e insolencia retumbando en los pasillos del campus de la UNVM. Trataron con “respeto irrespetuoso” a “la caricatura social”. Entre la reflexión y la acción, las palmas, los pasos de baile, la emoción y esas ganas de que la retirada no termine nunca pasó el eterno ensayo del futuro carnaval.
En el silencio previo se percibe la descarga. El director, de espaldas al público, da las notas con la guitarra a cada cuerda. Las trece voces se colocan en fila. Los tres integrantes de la batería atrás. Con los retazos del ayer empiezan a tejer las mantas y dejan oír su voz. Vienen de un sitio perdido del sur (entre gallegos y tanos) …Dos, tres, sí… Y un homogéneo sonido surge de esas gargantas. Andan de nuevo sus pasos, buscan abrazos doblando la esquina. Con la brújula infiel del aprendiz, dando flores de cartón, la murga de su corazón llama en la kermes del carnaval de los corsarios de la ciudad sin antifaz para hacer un inventario de la colección de sus causas pérdidas. Esperan abrazos, besos, te quiero y salú por la barra de la Catalina que vuelve a ofrendar su canción y así volver la vida cuando se sube el telón. Anímese a mirar otra versión real de la fantasía, que sabe de la vivir y de morir (pero morir de tanto vivir), y de partir y del amor (que me parta la vida un amor).
Las manos en el Auditorio de la UNVM hacen retumbar un mi-ma-má-se-fue-a-com-prar-ca-fé. Son mil manos que se juntan, que van a quedar rojas, de aplausos y ritmo. Rojas las manos y roja la escena cuando el cuplé de la violencia eriza las pieles. Interpela. “Soy el error de la sociedad, soy el plan perfecto que ha salido mal”. La murga desfachatada le dice en la cara al sistema lo que en las gargantas queda atragantado casi siempre. En el medio, risas, cuadros cómicos y, de nuevo, una daga en el pecho para decirle al de la primera fila que aplaude que es un preso del sistema.
En los show de la Catalina se observan aspectos filosóficos, sociológicos, políticos y hasta psicológicos. Conviven detrás de las máscaras y dedicando reverencias. “Cuando empezó, la murga era un proyecto que no tenía grandes aspiraciones más que las artísticas, nunca se imaginaron los que formaron Agarrate Catalina que se iba a transformar en una compañía itinerante y que iba a crecer también desde el punto de vista logístico y, de alguna manera, hubo que equipararlo desde el punto de vista legal”, cuenta serio Tabaré Cardozo, director y letrista. Si bien siempre fue una cooperativa, estuvo “en condiciones informales” hasta el 2009 cuando regularizó su situación y se constituyó como una cooperativa formal inscripta en un registro y haciendo sus aportes al banco de previsión social, entre otras cosas.
-¿Ser cooperativa tiene también que ver con una posición ideológica?
-La regularización de ese espíritu es simplemente una legitimación formal. Es como dos personas que se aman y vivían juntas: en un momento deciden casarse y el amor es el mismo, no cambia. Se trata de ser una cooperativa porque ya lo éramos.
-En el espectáculo que presentaron en la UNVM hacen un homenaje a las murgas de los ’70. ¿Cuáles son las influencias de esas murgas en Agarrate?
-El espectáculo se llama Defensores de Causas Perdidas y el hilo argumental se basa en un grupo de personas que tienen una asociación donde se defienden esas causas. A cada integrante se le asigna una misión para cumplir y cada cuadro cómico, cada cuplé, es una causa perdida que después tiene su desarrollo dramatúrgico. El último cuadro es la retirada donde muchas murgas dejamos la broma de lado e incluimos algo más reflexivo. En este caso, la última causa perdida es la que nosotros vemos como nuestra génesis. Las murgas en los ‘70 y hasta la recuperación de la democracia en los ’80. Son las murgas de las que tomamos las influencias más importantes. A mediados de los ’80 empezamos a ir a los tablados y ver murgas por nuestra edad. Entonces es un homenaje a esos defensores de causas perdidas que en ese caso no era un eufemismo, sino que los tipos se jugaban la vida o la libertad. Muchos letristas terminaban presos. Dieron una batalla ante tiempos oscuros y decidimos que era un homenaje que había que hacer.
-La murga caricaturiza la realidad y muchas veces es cruda o pone a la propia audiencia frente a un espejo. ¿Qué efectos buscan generar?
-El trabajo de creación dramatúrgica no lo hacemos de acuerdo a las respuestas, porque cuando lo mostramos ya está hecho. Sí le limamos algunas aristas porque generalmente los cuadros cómicos tienen una duración un poco mayor a la que termina teniendo porque frente al público se descartan cosas que pueden dar lugar a malos entendidos, se corrigen, se hace alineación y balanceo. Después se reciben las críticas favorables o no del trabajo.
-¿Cuál cree que es el motivo por el cual las murgas se transformaron en un fenómeno, objeto de estudio de las ciencias sociales y se multiplicaron en diferentes países?
-Nosotros no venimos de la academia, ni tenemos una preparación al respecto. La murga es una desfachatez, una insolencia. Pero está bien que sea así. Es banalizar y tratar con un respeto irrespetuoso la caricatura social. Hay que faltarle el respeto y llevarlo al llano para que sea una murga. La murga en Uruguay tiene 120 años de historia datada y ha acompañado el proceso del país. Me imagino que es un movimiento interesante de estudiar, desde el punto de vista académico, coralmente, la rítmica, ya es un género en sí mismo y está bueno que sea analizado, pero no somos nosotros quienes debamos tener esa mirada porque el partido no se puede relatar mientras se juega. Sí podemos tener la visión de un ex jugador que hace de comentarista y vuelca su experticia al servicio de alumbrar. No tenemos el conocimiento teórico, sí el empírico.
-Aquí, en la Universidad de Villa María, estudiantes, graduados y graduadas de la carrera de música arman una murga y se suman estudiantes y docentes de otras disciplinas…
-Es un fenómeno muy nuevo en términos del género, pero hace 15 o 20 años que agarró mucha fuerza en todo el territorio nacional argentino. Hay murgas en muchas localidades, en Rosario hay 20 y hacen un encuentro todos los años. Hay una murga rosarina, La Cotorra, que dice que el género murga no importa de dónde viene sino pa’ dónde va. Eso pasa cuando la música está viva. Que le digan a Pappo que el blues no es argentino si a partir de él el blues es argentino. Hay un millón de ejemplos. No se pueden desconocer las raíces, pero para que la música se mantenga viva es necesario que se riegue en otras tierras.
-¿Qué lugar ocupan las mujeres en Agarrate?
-En Agarrate Catalina llegó a haber cinco mujeres. Eran más personas en general. Eran como 25 personas. Fue en 2001. Después cuando se presentaron a carnaval mayor en 2003 hicieron el espectáculo del tablado amateur y quedaban menos personas porque el reglamento del carnaval dice que tienen que ser 17 en el escenario. Había tres chicas arriba del escenario ahora son dos, Carolina y Victoria, arriba del escenario, en el resto del staff hay más. Somos 27 personas en total.
-Por último, de todo lo que les enseñó el tiempo, ¿qué aprendizaje elige?
-La clave es no quedarse con ningún aprendizaje y tratar de seguir aprendiendo permanentemente. Es como el desafío de no graduarte nunca, no pensar que sabés todo. Cuando pensás que sabés todo de algo es el principio del colapso, la soberbia y la ignorancia. La clave es continuar aprendiendo, incluso de los que vienen detrás. Siempre encontrás cosas nuevas y en ese camino estamos. También lo más difícil que es desaprendernos a nosotros mismos. Hay cosas que vienen como archivo adjunto que, así como todo cambia, tienen que modificarse. Estamos en un proceso de aprender, de revisarnos y mostrar los cambios y la evolución.
Bio
Tabaré Cardozo es un artista que navega entre el rock y la murga. Dirige y escribe para Agarrate Catalina, la murga uruguaya más popular de los últimos años. Una compañía itinerante y estable que “universaliza la tradición y la lleva como bandera hecha puente por el mundo”. Como solista editó los discos Poética Murguera (2002), Pobres Poderosos (2005), El Murguero Oriental (2008), El Zoológico de mi Cabeza (2010), Malandra (2016) y La Ley de Newton (2018).
Foto de portada de Maitén Volmaro. Fotos de sitios públicos de internet y de Maitén Volmaro. Video de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM
31 de octubre de 2019.
Rodrigo Duarte
Es doctorando en Ciencias Sociales y licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Villa María. Cursó la diplomatura de actualización en especialidades periodísticas, el diplomado en Ley de Medios Audiovisuales y la diplomatura en Periodismo Político del Colegio Universitario de Periodismo de Córdoba, entre otras. Trabaja en la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM, en el portal Argentina Investiga y en la Municipalidad de Villa María como coordinador de Comunicación en el Programa de Desarrollo Integrado financiado por la Unión Europea.