La disputa se enciende, una vez más, en el territorio del lenguaje. La palabra, ese lugar que aparece históricamente negado a las mujeres -y de modo acentuado a las que son indígenas- es la antorcha con la que ilumina sus convicciones una articulación de feministas que habita el Abya Yala, nombre asignado por el pueblo kuna de Panamá al continente americano y que significa tierra viva o tierra que florece.
Enraizada con el espíritu de los paisajes a los que pertenecen, esta red de mujeres se propone descolonizar al feminismo empezando por los modos de nombrarse a sí mismas y de referirse a su lucha. Para eso, en primer lugar reivindican su lugar de origen y a sus ancestras, y argumentan que la discusión feminista debe plantearse necesariamente contra todas las dimensiones de las opresiones, no sólo la patriarcal, sino también la capitalista respecto a la explotación, y la colonial en el sentido de la dominación.
Hay algo que las mantiene en vigilia a todas: en las profundidades del Abya Yala no resulta extraña ni ajena la idea de que la pelea tenga que sostenerse contra el extractivismo y el saqueo capitalista. El ecocidio estremece justo ahí donde crecen sus niñes y mueren sus abuelas, en la misma tierra donde ayer plantaron semillas o en aquel río donde remojaron sus pies junto a los de Berta [1]. Es una realidad cotidiana la incertidumbre, pesada como viento del norte, sin embargo con ella se sublevan, se enredan, se fortalecen, se acuerpan y se abrazan para defender a sus comunidades.
Creo que puedo divisarla a varios metros de distancia. La cabellera blanca sujetada por una coleta baja, el pañuelo verde ubicado al centro desde donde se enciende la voz, y un pantalón violeta de gamuza tornasolado me anticipan de algún modo su presencia, y aunque no la haya visto jamás sé que se trata de ella. Claudia Korol, educadora popular argentina y referenta del movimiento Feministas del Abya Yala, acaba de llegar al campus de la Universidad Nacional de Villa María para el Conversatorio sobre feminismos comunitarios populares, plurinacionales y disidentes [2] que la tiene como disertante principal. Antes la espero para entrevistarla junto al equipo de prensa.
Claudia, ¿cuál es la línea de pensamiento que sostienen desde el colectivo Feministas del Abya Yala?
Como Feministas del Abya Yala hemos identificado que el patriarcado, tal y como lo entendemos hoy, se instaló en estos territorios simultáneamente con la conquista, la colonización y los procesos de implantación del capitalismo, un capitalismo que llegado de Europa en su primera etapa se nutrió de todo el saqueo que se hizo a estos territorios por las políticas coloniales y la explotación de los pueblos indígenas y de los pueblos negros que fueron traídos hasta acá esclavizados. Entonces, creemos que no es posible escindir o separar la lucha anti patriarcal de las luchas contra estas formas de explotación y de opresión. Y si hablamos de las mujeres, también el patriarcado en particular se levantó explotando el cuerpo de las mujeres.
Las familias patriarcales construyen y educan para el disciplinamiento y la subordinación de los cuerpos de las mujeres y de las diversas identidades feminizadas y disidentes. Por lo tanto, como colectivo nos parecía y nos parece que es imprescindible hacer una agenda de mujeres que no sea recortada de otros temas que hacen a las distintas opresiones, porque todas se expresan sobre nuestros cuerpos y nuestros territorios.
En lo que refiere a la lucha feminista revolucionaria, ¿por qué resulta esencial volver la mirada sobre el rol de la mujer indígena?
Primero porque ellas fueron las que inicialmente enfrentaron la dominación colonial y porque son las que siguen cuidando y defendiendo los territorios. Por ejemplo, si pensamos hoy que una de las crisis fuertes que atraviesa nuestro continente -y el mundo en general- tiene que ver con el cambio climático, la destrucción de la naturaleza y el saqueo de los bienes comunes, quienes hoy defienden esos territorios siguen siendo las mujeres originarias, siguen siendo las mujeres indígenas. Por lo que se trata no sólo de volver a mirar hacia el pasado, sino de mirar el presente, un presente donde siguen sufriendo la explotación y el saqueo.
Hace poco estuve en la Patagonia compartiendo con distintas mujeres que encabezan procesos de recuperación territorial con sus comunidades. Son los territorios a los que los pueblos indígenas regresan y de los cuales fueron expulsados anteriormente por la llamada Campaña del desierto, que los expulsó como si no hubiera personas -por eso lo llamaban desierto-. Hoy esas tierras siguen saqueándose y son entregadas a los Benetton, y a distintos magnates o trasnacionales. De hecho, la Patagonia está concesionada a las corporaciones transnacionales y quienes recuperan esos territorios son las mujeres de la tierra, las mapuches, las tehuelches, como en el norte las wichi, las kom. Dentro del colectivo de Feministas del Abya Yala, hay una mirada que tiene que ver con nuestra posición frente al saqueo de las trasnacionales que es también reivindicar el papel de las mujeres originarias.
Si pensamos en el continente, Berta Cáceres en Honduras ha sido una de las mujeres que defendió también el territorio, en su caso, el río Gualcarque, y fue asesinada por eso. Hay una gran cantidad de crímenes como femicidios territoriales a mujeres defensoras de las tierras y de los bienes comunes. Muchas compañeras son parte de esos procesos de recuperación territorial, las demás las acompañamos y acuerpamos.
¿Cómo describirías a los feminismos populares y comunitarios, y qué vienen a aportar a los feminismos hegemónicos occidentales?
En nuestra experiencia, muchas compañeras se integraron viniendo de movimientos populares, por ejemplo, piqueteras, villeras, trabajadoras. Todas ellas han puesto en su agenda no sólo una serie de temas que por ahí el feminismo más tradicional o hegemónico ha planteado, y que asumimos también, como puede ser el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, el derecho al aborto, la lucha contra las violencias, sino otros como pueden ser la defensa de los territorios, los bienes comunes, las luchas contra el extractivismo, luchas contra el hambre, la lucha por la salud, por la educación. Es decir, toda la agenda de la vida cotidiana, está puesta dentro de las demandas de estos feminismos populares.
Los feminismos populares ponen en agenda no sólo los temas que el feminismo más tradicional o hegemónico ha planteado sino otros como la defensa de los territorios, los bienes comunes, las luchas contra el extractivismo, luchas contra el hambre, la lucha por la salud, por la educación. Claudia Korol, educadora popular feminista.
Son feminismos desde los cuales, además, tratamos de interactuar con movimientos populares porque tenemos la idea de que no alcanza con buscar solamente algún porcentaje de participación en los esquemas de poder, no nos interesa eso, sino que nos interesa derrumbar este poder capitalista, colonial y patriarcal, y construir un poder feminista y popular.
Por último, Claudia, ¿qué significa para vos ser educadora popular y de qué maneras la educación popular puede convertirse en la salida contra este sistema de opresión patriarcal?
Ser educadora popular es parte de mi vida. Después de muchos años de hacer esto, creo que es una forma de vivir tratando de pensar desde las experiencias, de crear conocimiento colectivamente con otras y otros, de establecer una relación fluida entre teoría y práctica -no como abismos entre una y otra-, de discutir la educación bancaria que se ocupa de transmitir conocimientos y no reconocer los conocimientos que hay en todas las personas.
En ese sentido, para mí es un privilegio ser educadora popular porque desde esa lógica puedo aprender de otras personas todo lo que traen: ideas, miradas del mundo, cosmovisiones diferentes. Creo que en ese sentido la educación popular nos plantea una epistemología distinta de la tradicional, de la hegemónica, porque tiene un eje muy fuerte en la creación colectiva de conocimientos, y ese es un desafío muy importante para quienes queremos cambiar el mundo: no acumular saberes, sino crear los saberes necesarios para estas transformaciones, para estas revoluciones que decimos que nos faltan.
No vemos a la idea de revolución como algo del pasado, sino que la vemos como una necesidad del presente, porque el mundo tal como va marcha hacia su extinción si no se logra detener esta violencia genocida, femicida, ecocida, que está planteada desde los poderes del gran capital y del patriarcado.
Notas al pie
[1] Berta Cáceres, líder indígena, activista ambiental hondureña y feminista. Fue asesinada en el año 2016 por su lucha contra la construcción de un proyecto hidroeléctrico que restringía el acceso de su comunidad (Lenca) al Río Gualcarque.
[2] El evento tuvo lugar en septiembre de 2019.
En esta nota
Claudia Korol es periodista y educadora popular feminista. Integra la articulación continental Feministas del Abya Yala y es miembro del equipo de educación popular Pañuelos en Rebeldía donde participa en proyectos de formación política con distintas organizaciones de mujeres. Además es autora de los libros Rebelión, reportaje a la juventud chilena (1986); Chile, entrevista a Gladys Marín (1999); Feminismo y Marxismo, diálogo con Fanny Edelman (2001); Somos tierra, semilla, rebeldía: mujeres, tierra y territorio en América Latina (2016), entre otros.
Fotos de sitios públicos de internet.
28 de mayo de 2020
Noelia Mansilla
Es estudiante avanzada de la licenciatura en Comunicación Social de la UNVM y coordinadora de talleres de extensión universitaria. Fue productora y conductora de Lunáticas, un programa feminista emitido por Radio Tecnoteca. Actualmente participa de una columna de género en Amigos del Rock, por Radio Universidad. También es cantautora, cinéfila y lectora. Trabaja en el área de prensa del Colegio de Psicólogos Delegación Villa María, y es becaria de la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.