Coronavirus

Los mantras del encierro
por Rodrigo Duarte*
¿Es esta una oportunidad para encontrarnos a nosotros mismos y mejorar la calidad de vida? La práctica de yoga es una alternativa para equilibrar un campo emocional descontrolado por la incertidumbre, la angustia y el encierro.“Nos ayuda, nos guía y nos conduce a mantener en balance cuerpo, mente y espíritu”, asegura la instructora y  reikista, Gina Gentili.

Cuando algo la sorprendía, mi abuela siempre decía “me caigo y me levanto”. La expresión también denota desesperanza y me entero de casualidad que tiene su origen en un cuento de La vuelta al día en ochenta mundos, de Julio Cortázar. Lo busco. Alcanzo a leerlo: “Somos lo más que somos porque nos alteramos”. Hace días me siento alterado. Quiero leer. Estudiar. Pintar. Ver series. Cortar el pasto. Empezar una tesis. Ordenar. ¿Porqué no puedo? –me pregunto mientras espero la recaída inevitable.

“Nadie puede dudar –vuelvo a Cortázar- de que las cosas recaen”. No seré el único. Me sirve de consuelo el post de la psicoanalista y docente en la UBA Alexandra Kohan: “Somos muchísimos los que no podemos leer. Para leer hay que suspender el mundo y en este caso el mundo nos suspendió a nosotros”. El mundo nos suspendió a nosotros. La leo más detenidamente en una entrevista de la Revista Mate. Aseguró que es “muy complicado intentar armar escenarios como si nada estuviera pasando, como si todo fuera igual pero dentro de casa”. Eso explica, de alguna manera, las sensaciones de no poder avanzar con las promesas y el listado de cosas a hacer cuando “haya tiempo”.

Volvía a la televisión a ver pasar noticias sobre el coronavirus. Crece el número de casos. Se modifica el ranking de países como si fuera el de la FIFA. Creo descubrir un cambio en las formas de informar ante la distancia e intuyo que este medio, la televisión abierta, recobró un protagonismo que venía cediendo ante el avance de los medios digitales. Ahora la tele se apropia nuevamente de la cocina, el living, el escenario mediático y de las herramientas tecnológicas para hacer puestas en pantalla de variadas fuentes. Algunas socialmente legitimadas. Otras no. Se jacta de su misión de informar. También se adjudica el lugar de educar y entretener. Parece que el tiempo ha vuelto atrás. De esto hablamos hace décadas, ahora está ahí, de nuevo, ante nuestros ojos mientras aumentan casos positivos y el encierro comienza a sentirse. El bombardeo informativo me altera, aún más. Desde el comienzo supimos que no sería fácil. Ni adentro, ni afuera. El asilamiento obligatorio (cuarentena) es una situación inédita que, sumada a la incertidumbre que genera la pandemia, opera de diferente manera en cada mente y cada cuerpo. La respiración cambia, porque si algo atraviesa todas las etapas es la angustia de haber salido de las rutinas que tanto nos molestan.

Kohan es contundente: “El mundo, tal y como lo habitamos hasta hoy, ya no está más ahí”. Para salir del encierro, la psicóloga Silvana Pons considera “fundamental crear una rutina que fortaleza el bienestar y la salud mental, que sea organizada, no una rutina que nos sujete, sino más bien que nos libere, que nos organice, nos permita alimentarnos bien, descansar, entretenernos”. No lo veo tan sencillo, pero prometo intentarlo. Del otro lado del Zoom, la App del momento, una reunión se sucede. La idea es escribir. Tema: coronavirus. Saquen una hoja. No faltan los debates y la posibilidad de indagar sobre el origen. ¿Cómo nos comportamos como humanidad para que este tipo de pandemias sucedan?  Sonia Shah es contundente. Escribió en Le Monde Diplomatique que la “causa más profunda” es “la destrucción y manipulación acelerada de la naturaleza”. Hay muy poco que agregar a un artículo en el que describe de qué manera el hombre altera los ecosistemas en su afán casi autodestructivo. Otra reflexión aparece: Judith Butler. “El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo”, propone entre otros conceptos para analizar el contexto. También de allí surge que “se nos pide secuestrarnos en unidades familiares, espacios de vivienda compartidos o domicilios individuales, privados de contacto social y relegados a esferas de relativo aislamiento” para enfrentar “a un virus que cruza rápidamente las fronteras, ajeno a la idea misma del territorio nacional”.

Ante tanta presión, Carolina sugiere utilizar el tiempo y los medios que tenemos para hacer “algo positivo, motivador”. Comenta que a través de la misma App pudo realizar clases de yoga. Me intriga. Le propongo que me acerque a ese mundo buscando encontrar cierta “calma” en medio de tanta alteración planetaria y superar, así, la desesperanza y el encierro.

Preparo el mate para el encuentro -pantallas mediante- con Gina Gentili, instructora de yoga, y  reikista. Desde hace tiempo intento organizar mis rutinas dándome un tiempo para encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente. Mejorar la respiración, las posturas corporales y, sobre todo, encontrarme. Hoy tengo la certeza de que ésta puede ser una oportunidad de transformarnos, de autoconocernos, desde lo pequeño e individual hasta lo colectivo, busco adentrarme en una práctica que permite encontrar armonía.

Antes de comenzar la entrevista, Gina hace un comentario que, seguro, guiará el resto de la conversación. “Particularmente creo –me dice- que todo sucede para algo, si estamos pasando por este momento es para que la humanidad entera haga un cambio de consciencia. Estamos colmados de todo, inconformes, siempre queremos más, y muchas veces nos olvidamos de lo importante, de lo que realmente tiene valor, porque nuestra atención siempre está afuera, en lo externo”.

¿Qué nos puede aportar estar más tiempo en casa?

Al estar encerrados y no poder distraernos con las rutinas que realizábamos en el exterior, sentimos todas las emociones juntas y nuestro campo emocional está descontrolado. Llega un punto que nos encontramos con nosotras/os mismas/os y empezamos a auto-indagarnos. Nos preguntamos si realmente estamos conformes con el estilo de vida que llevamos o sentimos la necesidad de cambiarlo. Nos enfrentamos con los miedos, las debilidades, los enojos hacia las personas con las que convivimos. La pregunta es: ¿tomamos esta instancia como algo positivo para cambiar hábitos, para cambiar nuestra forma de vida, o descubrimos que vivimos quejándonos de todo?

Entonces el aislamiento emerge como una oportunidad…

Creo que esta pausa que se nos impone es una gran oportunidad de cambio, de profundizar nuestra consciencia y nuestro respeto a nivel colectivo e individual. Una oportunidad para trabajar y solucionar conflictos internos que no atendimos por la vida agitada que llevamos. Es tiempo de conectarnos con nuestro verdadero ser, con nuestras emociones, encontrar el equilibrio en la vida. La idea es ser conscientes de lo que estamos viviendo en el aquí y el ahora, en el presente.

Creo que esta pausa que se nos impone es una gran oportunidad de cambio, de profundizar nuestra consciencia y nuestro respeto a nivel colectivo e individual.
Gina Gentili, instructura de yoga y reikista.

¿Cómo se comporta el cuerpo en ese aquí y ahora?

En nuestra relación con el mundo sufrimos las más profundas emociones y reaccionamos con el cuerpo, con los nervios, con las glándulas. El yoga actúa benéficamente para enfocarnos y sanarnos. Creo que hay que aceptar la realidad que nos toque, sea cual sea, pero no dejar que el sentimiento negativo nos atrape, nos paralice. Una de las formas de no dejarnos atrapar por el sentimiento de miedo es cambiar el foco de nuestra atención.

¿De qué manera consigue esto el yoga?

La palabra yoga procede de la raíz sanscrita “yuj” que significa fusionar, juntar, unir. El yoga es una ciencia, arte y filosofía de vida que integra entre sí mente, cuerpo y espíritu, los tres planos de la existencia del ser humano, y a la vez integra al individuo con el universo. La práctica del yoga actúa simultáneamente sobre estos planos de nuestra existencia energética liberando las emociones, por eso nos hace tan bien. Ayuda a liberar la ansiedad y la angustia, por lo cual está indicado para personas depresivas, por ejemplo. Resulta muy valioso en momentos como estos dedicar aunque sea una hora al día a una práctica breve y simple de yoga, para liberar los sentimientos de miedo e incertidumbre que nos van surgiendo cuando vemos las noticias.

¿Qué práctica recomendarías?

Para comenzar el día es excelente la secuencia del saludo al sol, llamada en sanscrito Surya Namaskar, que es muy completa y energética. Hay muchas variantes posibles de esta secuencia. Por la noche se puede practicar algún pranayama, como por ejemplo el Nadi Shodhana. Se trata de un ejercicio que  disminuye la frecuencia cardíaca, reduce la ansiedad, ayuda a que nuestra energía vital fluya más fácilmente y así obtener descanso, reparación. El aprender a respirar correctamente nos ayuda a calmar nuestra mente, bajando los niveles de estrés. También podemos intentar sencillos y breves ejercicios de meditación llevando la atención a nuestra propia respiración. 

¿Y qué lugar ocupa la música en la práctica de yoga?

La música tiene un gran efecto en nosotros, que somos básicamente energía, seres vibrantes. Para la práctica de ejercicios de yoga y meditación son recomendables, por ejemplo, los sonidos de cuencos tibetanos. En la práctica también se usan mantras, que pueden actuar como energizantes o sedantes de nuestra energía. Los mantras pueden ser verbales o mentales, desde el famoso OM hasta afirmaciones positivas, con cierta intención, cuya repetición lleva a un estado armónico, a otro estado de consciencia.

Volvemos a reunirnos en la pantalla. Carolina nos comparte la entrevista. El diálogo es claro y fluido. Me acerca a una práctica de la cual conozco poco. Diría nada. Carina entiende más y opina. Entre ellas la conversación es en otro nivel. Adquiere otra espiritualidad, otros sentidos. Siento que soy lo que Pepe Mujica llama “un optimista informado”. Tal vez lo mejor es cambiar los “mantras” que me angustian por los del yoga, pero ese pensamiento es interrumpido por un mensaje que me invita a leer Sopa de Wuhan, una edición de rápidos reflejos en la que Pablo Amadeo reúne textos de 17 filósofas y filósofos sobre este contexto escritos en el último mes. “Quizás otro virus ideológico, y mucho más beneficioso, se propagará y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global”. La frase pertenece a Slavoj Žižek y suena interesante. El tiempo lo dirá. Otra vez me caigo y me levanto. Pienso que después del encierro, como escribió Cortázar, “…será tan hermoso decir: ‘Ahora nos vamos al centro y nos compramos un helado’…”.

 

* Entrevista de Carolina Ramírez, realizadora audiovisual de Ardea

 

En esta nota

Gina Gentili es instructora de yoga, aeroyoga, yoga para niños y maestra en reiki Usui. Actualmente se forma en pedagogía Waldorf.

Facebook

Fotos y videos de Gina Gentili y de sitios públicos de internet.

Icono fecha publicación  7 de abril de 2020

Rodrigo Duarte

Es doctorando en Ciencias Sociales y licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Villa María. Cursó la diplomatura de actualización en especialidades periodísticas, el diplomado en Ley de Medios Audiovisuales y la diplomatura en Periodismo Político del Colegio Universitario de Periodismo de Córdoba, entre otras. Trabaja en la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM, en el portal Argentina Investiga, en la Municipalidad de Villa María y en Puntal Villa María.

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Catamarca 1042, Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

Ir al contenido