Cora Gamarnik es comunicadora social, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora de fotoperiodismo. Analiza el valor simbólico, semiótico y político de las imágenes y nos invita a reflexionar sobre ciertas fotografías que logran trascender en el tiempo.
En esta nota conversamos sobre su trabajo y sobre el impacto de las redes sociales en el fotoperiodismo, pero por sobre todo acerca del poder de las imágenes y las formas que cree pertinentes para realizar trabajos que dejen huellas en la historia.
Partimos de la afirmación de que el fotoperiodismo puede contribuir a la transformación de las injusticias y de las desigualdades sociales, de que puede ser una herramienta de la comunicación para construir vidas donde quepamos todxs.
¿Cómo te presentarías a lxs lectorxs?
Me presentaría como alguien que trabaja investigando la relación entre las imágenes y las historias que ellas producen, así como la historia con mayúscula que se crea y que se genera a partir de las imágenes. Alguien a quien que le interesa vivir en un mundo más justo, alguien que cree también que podemos hacer algo para construir ese mundo más justo.
No me siento cómoda en el rol de espectadora, sobre todo en un momento en donde todo está armado para que sintamos que el futuro es inexorable, que el presente es inexorable, que solamente podemos ser títeres de lo que decidan otrxs. Siento que hay que tomar las riendas de nuestras decisiones, vidas y acciones.
¿Cómo fue tu proceso para estudiar el valor político que adquieren las imágenes?
Partió en realidad de leer y encontrar un vacío. Buscando material para hablar sobre las imágenes y su importancia en la construcción de los acontecimientos históricos no encontraba cierta bibliografía.

No encontraba desarrollos sobre la fotografía vinculada a la historia argentina reciente, a partir de la década del 60, la relación de imágenes y dictadura por ejemplo. Y ahí pensé “bueno, si no está hecho, hay que hacerlo”.
De a poco me puse a investigar, a estudiar, a escribir y ahí fue surgiendo todo un desafío porque era un campo de estudios novedoso, no tenía muchos modelos en los que basarme. Con el tiempo fui conociendo investigadores argentinxs y de otros países que estaban en el mismo camino, fuimos desarrollando vínculos, pensando una metodología de trabajo, fuimos estrechando relaciones con gente que estaba haciendo cosas con y desde la fotografía. Creo que, a través del esfuerzo personal y de los trabajos colectivos, pudimos ir haciendo buenos aportes a este campo de estudios.
¿Cómo una fotografía se puede transformar en una herramienta de lucha para la transformación social?
Las fotografías por sí solas no lo logran. Son objetos muy potentes, a veces de denuncia, a veces de prueba, a veces de construcción de metáforas, de construcción de símbolos, de síntesis, de condensaciones de sentidos, pero sólo se pueden transformar en una herramienta de lucha si están en manos de organizaciones sociales, de colectivos sociales que las impulsen.

Estoy estudiando ahora el caso de esta fotografía de Jorge Sáenz que denunció la contaminación de una laguna en la localidad de Limpio, en Paraguay. El rol del fotógrafo, de la agencia para la que trabaja, la imagen en sí misma y la estética son elementos muy importantes, pero si no hubiese habido una asociación de vecinxs que denunció la contaminación de la laguna y que sostuvo con movilizaciones esa denuncia, la fotografía por sí sola no hubiera podido cambiar la realidad.
Siempre que hablamos de fotografía y transformación social hablamos de colectivos sociales que sostienen esas demandas. Ahí la fotografía es una ayuda, un apoyo. Pero siempre hay actores sociales que empujan los cambios.
Las fotografías son objetos muy potentes, a veces de denuncia, a veces de prueba, pero sólo se pueden transformar en una herramienta de lucha si están en manos de colectivos sociales que las impulsen.
¿Cómo creés que impactan las redes sociales en el fotoperiodismo?
Las redes modificaron lo que llamamos el mapa mediático y comunicacional. Cambiaron la forma de hacer periodismo, la forma de hacer comunicación, en muchos casos la forma de relacionarnos. Entonces por supuesto también cambiaron las formas en las que se ejerce el fotoperiodismo.
Si antes la disputa simbólica por el sentido de los discursos sociales transcurría sobre todo en los medios de comunicación, las redes sociales provocaron un corrimiento, un desplazamiento. Los medios dejaron de ser el lugar por excelencia de las noticias. Muchísima gente se informa hoy por sus redes personales y no abre un diario. Esas redes parecían en un principio más horizontales, un espacio público en el que todxs podíamos intervenir, ser emisores y receptores. Ahora ya sabemos que ese ideal no existe, que los algoritmos de las redes también son manejados por poderes que hay detrás, que los grandes medios igualmente tienen sus ramificaciones en las redes sociales, que las diferentes competencias influyen a la hora de crear contenidos, que hay organizaciones creadas para intervenir en las redes.
Sin embargo, hay algo en lo que yo insisto: las redes siguen teniendo un potencial democratizador en la distribución de contenidos. El uso de las redes en el caso de las imágenes tiene que ver con la fotografía que profesionales o aficionados o incluso no fotografxs pueden compartir. No necesitan que se las publiquen otrxs, el que produce la imagen decide compartirla y qué dice respecto a su imagen. Eso nos permite conocer acontecimientos a los que de otra manera no accederíamos.

Vemos cómo grandes fotógrafxs nos muestran sus trabajos en redes sociales o nos hablan de la historia de sus fotos. Esta posibilidad de no intermediación o de lectura menos mediada de lo que hace el productor de la imagen con sus lectores/seguidores me parece que tiene un impacto muy importante y saludable en el papel el fotoperiodismo. Después podemos hablar de la precarización laboral, de los despidos masivos, de la dificultad de poder ejercer la profesión. También el uso de las redes influyen en ese sentido, pero me quedaría por ahora con ese aspecto positivo de acceso: la posibilidad de conocer las imágenes cuando quienes las producen las comparten por sus propias redes.
¿Qué le dirías a lxs fotoperiodistas que están iniciando su camino profesional?
Me parece que vale la pena decirles que las imágenes a veces, en algunas condiciones especiales, logran torcer pedacitos de historia, logran ser protagonistas de historias, logran sacar del anonimato a gente invisibilizada.
El grave problema es, a veces, no poder vivir de la profesión, pero si uno logra disociar ese deseo, trabajar de lo que uno puede y al mismo tiempo sentirse fotógrafx, siento que tal vez ahí hay un camino posible de desarrollo profesional.

También le diría que no solamente hay que buscar la foto exitosa, la imagen mediática, sino que muchas veces hay fotos invisibles o marginales, ignoradas, que requieren otro tiempo pero que son muy necesarias para construir sentidos.
Les diría que los mejores trabajos de fotógrafxs fueron cuando se dieron tiempo. Me parece importante no ir de forma extractivista a un lugar, sacar una foto e irse sin más. A veces vale la pena quedarse, quedarse a mirar, quedarse a contemplar, a entender, a compartir, a conocer. Creo que una vez que pasa eso, que uno para la pelota, frena, corta el tiempo y no se apura, pueden surgir trabajos con otro espesor, con otra profundidad, que narren historias y que dejen huellas.

Cora se definió como una persona que cree que podemos hacer algo para construir un mundo más justo. Me gusta pensar que un camino posible es la comunicación que deja hablar y que deja pensar. Buscar nuevas formas de contar y de intervenir en la realidad. Apostar al diálogo y a generar herramientas para contarnos en primera persona para que otrxs dejen de hacerlo por nosotrxs.
* Esta nota fue publicada en La Ventolera.
En esta nota
Cora Gamarnik es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Buenos Aires, investigadora adjunta en CONICET y profesora en la UBA. Investiga y escribe artículos relacionados con la historia del fotoperiodismo en Argentina. Publicó el libro El fotoperiodismo en Argentina. De siete días de ilustrados (1963) a la agencia SIGLA (1975), un hito para pensar el papel de la fotografía y su relación con la historia.
Foto de portada de Hosam Katan. Otras fotos de Nilo Silverstone, Rafael Calviño, Eduardo Longoni, Jorge Sáenz, Felipe Luna, Rashide Frías, Nelson Almeida, Christian Frei, Cora Gamarnik y Siete Días Ilustrados.
10 de noviembre de 2022

Ailin Peirone
Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Villa María y actualmente se encuentra cursando la Maestría en Comunicación Digital en la Universidad Nacional de Rosario. Le gusta contar historias y lo hace escribiendo, filmando o fotografiando. Creadora del medio de comunicación alternativo La Ventolera y de las productoras audiovisuales Ecos Audiovisual y Vendaval. Actualmente se encuentra coordinando un espacio audiovisual en la Patagonia y milita e investiga la comunicación popular.