Libro

Escribir palabras ajenas
por Agustina Merro

Todo/a lector/a avezado/a reconocerá el abanico de sensaciones que es posible atravesar al leer una obra traducida de otra lengua al español: curiosidad, extrañamiento, proximidad, rareza, incomodidad. Alguna vez habrá experimentado aquello de “leer levantando la cabeza”, pero no por la trama de la novela húngara que tiene en sus manos sino porque el protagonista menciona un plato típico que la traductora decidió dejar en su versión original. O porque el mismo personaje menciona “un trozo” de una canción en vez de “una parte” o “un fragmento”. En el libro Escribir palabras ajenas, que inaugura la colección Desvíos de editorial EDUVIM, el traductor Pablo Ingberg nos acerca al mundo de la traducción literaria y las arduas decisiones que conforman el “detrás de escena” de esta tarea, muchas veces invisibilizada.

A lo largo de sesenta “microensayos” (de un promedio de tres páginas cada uno), Ingberg desmenuza los pormenores de aquel “acto amoroso que trae libros al mundo”, tal como él concibe la traducción. El ejercicio de poner bajo la lupa para proceder al análisis no implica en este caso una disección, ya que la mirada subjetiva del autor procura observar los movimientos vitales de aquello que analiza, dando cuenta de la respiración del objeto, sin caer en la extrema sistematicidad y especialización del discurso científico que proclama formas de saber cerradas.

En consonancia, la colección Desvíos define el género ensayo por su original conjugación de objetividad y subjetividad, y lo asocia al experimento, la aventura y la reflexión. La noción de “desvío” permite plasmar en la escritura las ramificaciones que son propias del fluir del pensamiento, abrir líneas de fuga por donde el lenguaje del conocimiento se pueda bifurcar de su sentido racional o funcional para explorar rutas alternativas.

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Un alto en el camino nos señala: “no se traduce lo que dicen las palabras sino lo que hace un discurso”, discurso que está vivo y que, por lo tanto, posee determinada fuerza, cierto peso, un volumen, su ritmo, su textura.

Repasemos algunas de las rutas por donde nos conducen los capítulos del libro Escribir palabras ajenas: la historia de la traducción, la traducción teatral, la adaptación, traducir en verso o en prosa, las repeticiones, el orden de las palabras, la traducción de títulos, nombres, espacios y tiempos, la traducción de errores y juegos de palabras, apreciaciones de Borges y Cortázar como traductores. Algunas de las encrucijadas que se nos plantean en el recorrido: ¿una traducción debe sonar a traducción o debe sonar como si fuera una obra original?; cuando leemos una traducción, ¿en qué medida leemos al autor y en qué medida leemos al traductor?; ¿la traducción debería llevar al lector hacia el autor, o a la inversa, llevar al autor hacia el lector? Un alto en el camino nos señala: “no se traduce lo que dicen las palabras sino lo que hace un discurso”, discurso que está vivo y que, por lo tanto, posee determinada fuerza, cierto peso, un volumen, su ritmo, su textura. Dado que “la traducción no debería aspirar jamás a ser menos compleja que el original”, necesita contemplar estas y otras variables para cada caso puntual y no como reglas fijas. Titánica y amorosa tarea la de traer un mundo a otro mundo sin domesticar su alteridad. Trabajar en ese paisaje fronterizo tendiendo puentes. Alojar lo extranjero sin quitarle el aguijón de lo extraño. Trasvasamiento. Metamorfosis. Palimpsesto.

El libro articula permanentemente la traducción con la lectura y la escritura: “Escribo sobre la escritura de otra persona. La escritura de esa otra persona subyace bajo mi escritura”; “(…) la traducción puede ser considerada una forma privilegiada de lectura”. Por lo tanto, resulta de gran interés tanto para traductores/as profesionales como para aficionados, correctores/as y editores/as de traducciones, y para lectores y lectoras silvestres que disfrutamos de las sinuosidades de las lenguas.

Sin caer en aquello que el propio autor intentó eludir, esto es, las leyes de validez general permanente, podemos sin embargo afirmar que toda traducción es un tejido vivo a partir de la lectura y la escritura que la fraguaron y que la proyectan hacia nuevas rutas en otros mundos.

Fotos de sitios públicos de internet. Foto de la autora de Ivana De Pilla.

Icono fecha publicación   30 de abril de 2020

Agustina Merro

Es licenciada en Letras Modernas por la UNC, trabaja como editora en EDUVIM (Editorial de la Universidad Nacional de Villa María) y asistente editorial en Letranómada. Es miembro del PROPALE, programa de extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades (UNC) dedicado a la promoción de la lectura. Actualmente escribe su tesis de Maestría en Lenguajes e Interculturalidad y forma parte de un equipo de investigación sobre literaturas del Cono Sur.

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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