Los orgasmos femeninos en el cine contemporáneo
Good Luck to you, Leo Grande (Sophie Hyde, 2022) es una de esas películas que abren más conversaciones de las que el mismo film propone hacia adentro.
En una cultura que no considera de importancia que las mujeres sintamos placer, esta sencilla película es disruptiva por varias razones que intentaremos desglosar.
El planteo es concreto y la puesta en escena es muy simple, casi teatral (¿pandémica, quizás?), sólo dos personajes en prácticamente un escenario, la habitación de un hotel. Uno es trabajador sexual, la otra es su empleadora.

Emma Thompson es Nancy, una maestra de estudios religiosos de una escuela secundaria, ya jubilada, que hace un par de años ha quedado viuda. Entonces contrata a Leo Grande, un trabajador sexual que ha sido recomendado por alguien en internet por ser didáctico, empático y confiable.
El objetivo de Nancy es claro y lo deja por escrito en una larga lista donde detalla todas las experiencias que, por primera vez, quiere tener.
La película plantea con una sencillez apabullante uno de los temas más desatendidos de la historia de las mujeres: nuestra sexualidad y, sobre todo, nuestro placer.
El film se divide en cuatro encuentros en el mismo espacio, y cada reunión tiene su propio ritmo, con bordes irregulares, indultos y pausas, momentos hermosos y divertidos, a medida que estos extraños se conocen dentro de los límites de una relación transaccional clara.
Leo es amable y abierto, divertido y confiado. Nancy está decidida a experimentar lo que claramente marcará un antes y un después en su vida. Y el abanico de emociones que atraviesa ella dan cuenta de esta brecha: pasa de expresiones de odio hacia ella misma, hasta agresiones hacia él; en otros momentos una vibra maternal totalmente inapropiada sale de ella y le preocupa que él esté siendo traficado sexualmente sin su consentimiento o que se sienta degradado por estar allí, o asqueado por el cuerpo de ella.
Leo, muy lejos de todo lo que ella intenta adivinar que él siente, es un profesional y la encuentra donde sea que esté en este amplio rango de emociones. Es parte de su trabajo, y es muy bueno en su trabajo. Leo no juzga. Nancy le dice sin rodeos que nunca ha tenido un orgasmo, ni espera tenerlo, por lo que ni siquiera debería intentarlo. Leo no insiste ni hace promesas. En cambio, le hace preguntas sobre sus experiencias. Probablemente, Nancy nunca antes haya dicho nada similar en voz alta, y las palabras salen de su boca de tal manera que la sorprenden hasta a ella misma.

Para ella, el sexo está asociado con la decepción y la pérdida, y parte del trabajo que hacen juntos, a través de conversar, discutir y disculparse (como una forma infalible de entrar en confianza), es desarmar las decepciones y construir nuevos caminos para el deseo.
Y estos son los momentos incómodos, los que traspasan lo profesional y, al mismo tiempo, los que construyen intimidad entre ambos. Es decir que la intimidad no está puesta en las escenas de sexo, sino en esas conversaciones que suceden en los cuatro encuentros, que es el tiempo que le toma a Nancy entender que pensaba que la razón para contratar a Leo era tener sexo, pero que la tarea era un poco más laboriosa: debía construir puentes hacia su placer, cualquiera sea la forma que tomara ese placer. E incluso desandar la imposibilidad en la que se convirtió “tener un orgasmo” para el personaje de Nancy.
Y como dijimos al comienzo, las conversaciones que abre este film son múltiples. Una de ellas es pensar, precisamente, en cómo está representado el placer femenino en el cine contemporáneo.
Pensemos en escenas con orgasmos, por ejemplo. Ese punto cúlmine al que Nancy nunca llegó y lo cree imposible.
La clásica escena de Cuando Harry conoció a Sally (1989) en la que conversan sobre los orgasmos fingidos y él asegura que se daría cuenta si fuera el caso. Entonces Sally, en el medio de un restaurante lleno de gente empieza a actuar el camino del orgasmo hasta que explota en un gemido fuerte y largo, dejando a todo el restaurante en silencio y a una clienta que le pide al mozo que le traiga lo que sea que ella esté tomando.
Sin embargo, el marco de este orgasmo gira en torno a la falsedad, a lo performático del orgasmo y al engaño del que somos capaces las mujeres, en palabras de Sally.
Otras de las películas que podemos pensar en este sentido son El cisne negro (2010) o La vida de Adele (2013), donde los orgasmos se dan dentro de relaciones sexuales lésbicas, como si la intimidad entre dos mujeres habilitara esos espacios cumbre del placer.

Y al pensar en escenas donde el orgasmo masculino esté representado de comienzo a fin, aparecen escenas de masturbación (como American Pie, 1999) o entre dos hombres (como en I love you, Philip Morris, 2010).
Por alguna razón, los orgasmos en un encuentro hetero-cis han quedado sub-representados.
Quizás el cine se ha vuelto el espacio más conservador dentro de los productos audiovisuales y son las series el lugar donde la experimentación y las escenas más cercanas a la vida contemporánea tengan lugar.
Porque tanto las primeras cinco temporadas de (la precursora) Sex and the City (1998-2002), Girls (2012-2017) o Euphoria (2019- actualidad) están llenos de los ejemplos que buscamos.

Y precisamente por estas razones un film como Good Luck to you es tan importante y distinto. Porque plantea con una sencillez apabullante uno de los temas más desatendidos de la historia de las mujeres: nuestra sexualidad y, sobre todo, nuestro placer.
20 de abril de 2023

Sofía Ferrero Cárrega
Es licenciada en Comunicación Social, crítica de cine y docente. Es directora artística del festival internacional de cine Al Este (Perú), programadora del FIDBA (Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires) y da clases sobre cine argentino y cine latinoamericano en la Universidad Nacional de Córdoba, además de formar parte del equipo docente de la Universidad Siglo 21 desde los comienzos de la licenciatura en Periodismo.