Libro

La mandrágora
por Augusto Munaro

Hacia fines de abril de 1945 la ciudad de Berlín, entonces capital del Tercer Reich, caía como consecuencia de una gran ofensiva del ejército soviético. El dos de mayo la otrora potencia nazi perdería además de doscientos mil soldados y más de veinte mil civiles: al mismísimo Füerer y muchos de sus altos cargos y seguidores incondicionales. Las tropas de las Waffen SS, o lo poco que quedaba de ellas, se rendían ante las aliadas, iniciando así lo que fue el cierre de la Segunda Guerra Mundial. “Lo brutal es un modo de lo patético” alguna vez escribió Borges.

Suburbios enteros fueron reducidos a escombros. Treptow, Zehlendorf, Reinickendorf, Marzahn y  Lichtemberg, por nombrar algunos de los sitios arrasados, no eran más que ruinas tras el bombardeo tenaz de los soviéticos. Las fuerzas del Ejército Rojo habían devastado incluso las zonas neurálgicas berlinesas: los edificios gubernamentales, la Cancillería del Reich, y la Pariser Platz. Actos de violación, saqueos y asesinatos precedieron por parte de las vengativas huestes lideradas por Stalin. Entre esos cientos de miles de viviendas transformadas en polvo de ladrillo, entre cadáveres desgarrados y espantosos olores, se perdieron para siempre cientos de miles de libros y, en medio de esa cantidad inaudita de obras indudablemente admirables, miles de ejemplares correspondientes a la primera edición de La mandrágora (Alraune) [1] de Hanns Heiz Ewers (1871-1943), aparecida en 1911. Se trata de una novela que pareció presagiar aquel duro destino de un pueblo alucinado por quien suponían un ser superior.

Desde que fluye el Rin pocas veces se escribió sobre un ser tan perverso crónica tan majestuosa como es la de Ewers en esta versión del mito de Prometeo. Tras su aparición, en pocos meses se tiraron varias ediciones; la fascinante mandrágora cautivó la imaginación de los cineastas expresionistas, que la llevaron a la pantalla en varias ocasiones. La historia era un éxito. Se basaba fuertemente en la leyenda alemana en torno a los poderes oscuros de la mandrágora -planta cuya tuberosa raíz se asemeja a un hombrecillo–, empleada en magia en la antigüedad. Era un amuleto contra la brujería, se creía que atraía mucho dinero, pero en todas partes ocasionaba también dolores y tormentos. Engendraba avaricia, lascivia, generando un deseo irreprimible de ejecutar los mayores actos de inmoralidad posibles. El argumento pergeñado por Ewers, por lo tanto, perfeccionaba la dosis de fantasía y vindicaba el rol decisivo del destino (fátum) a través de un estilo decadente, fuertemente influido por Gautier y Poe, autores que emulaba y llegó a volcar a la lengua de Goethe.

Imagen Icono quote

Ewers escribió un libro sobre la interpretación moral del destino. Es muy probable que la novela perdure por la sencilla razón de que registre ese vértigo llamado fatalidad.

La protagonista de esta historia gótica tardía, la bella y malvada Alraune, nace como resultado de inseminar artificialmente a una prostituta con el semen de un guillotinado. La idea la tiene Frank Braun, joven estudiante quien convence a su tío, el profesor Jakob ten Brinken, de que lleve a cabo la impregnación. La intervención es un éxito. La vida de este engendro femenino desde su mismo nacimiento parece traer consecuencias fatales a todo ser viviente que se cruce en su camino. La primera víctima que se cobra es su madre Alma, la prostituta que muere al darla a luz.

Los actos de crueldad aparentemente causados por la fantástica criatura son registrados en los infolios que el propio doctor ten Brinken escribe y actualiza a diario. Sus días de niñez en varios claustros desconciertan a las monjas, pues todos se vuelven juguetes de sus caprichos. No obstante, ella no comete los actos, sino que parece inducirlos. Escribe Ewers sobre este particular: “no era la conducta de la niña misma que las motivaba, no eran sus acciones, sino el influjo que ejerció sobre sus condiscípulas”. Es decir, Alraune ten Brinken intercede sobre sus víctimas indirectamente. Incentiva a otros a cometer crueles fechorías, como torturar insectos y animales, llegando a inducir a sus compañeras a beber veneno y tragar decenas de alfileres en el Convento del Sacré Coeur de Nancy. Se la expulsa luego de que estallara, por entonces, una epidemia de sarampión y tifus, causando la muerte de numerosas niñas. Para entonces no cabían dudas. Aquel ser –se decía- estaba maldito y todos en su entorno eran sus víctimas.

Los años transcurren y, al convertirse en una hermosa joven, su extraño magnetismo se acrecienta. Es la ruina de todo hombre que deposita su mirada en ella. Médicos, jóvenes estudiantes, profesores, incluso su chofer particular, todos, sin importar el cargo o posición social, sucumben bajo su perversa potestad. Se matan en duelos, sufren accidentes mortales, se suicidan, o pescan pulmonía, como su amigo de toda la infancia, Wolf Gontram. Alraune, la mujer fatal, la mujer vampiro, es una araña en su nido de poder y tiende sus redes en todas direcciones, actuando como grandiosa y turbulenta plaga.

Una desesperada carnalidad rige toda la obra. Escenas de bizarra sexualidad muestran a un ser destinado a marchar al margen de la vida. La perversión latente en todo el libro causó que décadas más tarde, el partido nazi censurara la popular novela por altamente obscena e inmoral. ¿Cómo calificar, sino, el papel de Frank Braun, el amante de una prostituta inseminada artificialmente por un asesino guillotinado, que luego mantiene relaciones sadomasoquistas con el engendro de ellos? Como si fuera poco las descripciones de Ewers sobre los bajos fondos berlineses, el mundo prostibulario del Café de la Estrella, o el Café Trinkherr, con sus mesas de mármol blanco y sofás de peluche rojo, resultaban demasiado verídicas. La sensualidad devoradora, casi innatural de esos antros llenos de humo, en donde clientes y prostitutas gordas bebían copa tras copa y, borrachos, coreando canciones callejeras, revelaban la otra cara de una capital impúdica, clandestina, que parecía haber renunciado a todo prurito de honradez.

Es inevitable que la novela posea defectos en medio millar de páginas. Se lamentan ciertos descuidos en la composición. Los recursos literarios y parte de la creatividad narrativa provienen de un profundo conocimiento de la literatura decadentista decimonónica y de los barrocos también. De ahí que los tropos, las imágenes, surjan con naturalidad y desenvoltura. Pero la vitalidad de La mandrágora por momentos decae, su estructura resulta algo pesada en estilo y la intriga lenta y monótona a raíz de pasajes edulcorados, producto de un descriptivismo sofocante. Sin embargo está narrado con intensidad, con un tono rayano a la obsesión. Como sea, con La mandrágora, Ewers concibió una obra que ha enriquecido la literatura de imaginación. Excéntrica, abracadabrante, se trata de una novela –también- evanescente que trata de resolver la dicotomía entre razón y emoción.

Hacer pronósticos en la literatura siempre resulta absurdo. Así y todo, Ewers escribió un libro sobre la interpretación moral del destino. Es muy probable que la novela perdure por la sencilla razón de que registre ese vértigo llamado fatalidad. Los verdaderos actores no son los hombres, sino las fuerzas sobrehumanas. Esquilo aprobaría su tesis.

 Nota al pie

[1] La presente reseña es sobre la edición de 2005 de Editorial Valdemar, Madrid, España. 2005, con traducción de José Rodríguez Ponce.

Fotos de sitios públicos de internet.

Icono fecha publicación   17 de diciembre de 2020

Augusto Munaro

Augusto Munaro nació en Buenos Aires en 1980. Es narrador, poeta, traductor, editor y periodista. Publicó más de veinte libros, entre ellos El baile del enlutado (2017), La página infinita (2017), Celuloide (2018), El busto de Chiara (2018), Sacramento. Los días salvajes (2019), Las cartas secretas de Georges de Broca (2019), Los soñantes (2019), Incrustaciones dubaitíes (2019), El rapto de Helmut Kelsen (2020) y Un misterio luminoso (2020), El sueño de un poema (Ediciones Arroyo, 2020), Ficciones supremas (Griselda García, 2021), La casa flotante (Editores Argentinos, 2021) y La mansión púrpura (Nicaragua encuadernaciones, 2021).

Augusto Munaro     

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

Ir al contenido