Libro

Si es puñal que me mate
por Natalia Regina Mana

Quiero deletrear cada nuevo libro escrito por la tierra
en cantos pagaré la gracia concedida.

Edith Vera

Inés Manzano es una poeta imprescindible. Sin embargo, llegué a su poesía mediante un breve epígrafe donde el poeta Jotaele Andrade [1] le otorgaba presencia, luego entendí que ese epígrafe significaba un acto de justicia, un acto de amor. Sin demoras comencé un rastreo en el buscador de mi computadora, anoté su nombre convencida de que alguien que escribiera de esa manera era una reconocida, de quien encontraría reseñas, blogs que la nombraran e incluso editoriales que la contemplaran dentro de sus catálogos, pero nada de eso sucedió. Mínimos, casi a los márgenes aparecieron delante de mí algunos poemas sueltos, muy pocas fotografías y un link que llevaba a un video casero donde Inés recitaba, en lo que parece una reunión entre amigues, su poema a Carlos Fuentealba, y, en ese instante, supe que era inmensa. Intuición quizá, sensibilidad, no sé qué es exactamente lo que hace que un poema me estremezca, pero aquel día Inés lo logró diciendo: ahora sólo tengo/ la argamasa que cede a sus latidos/ tres temblores gemelos/ y una camisa hueca/ que humedezco de lágrimas/ en un confín del mundo/ enmudecido/ Déjenme recostada en su costado/ besarle los fragmentos. De modo que esa era Inés Manzano, una poeta que recitaba de memoria, alguien que sabía del ritmo profundo y arrasador de la armoniosa musicalidad de las palabras.

Inés Manzano nació en la provincia de Buenos Aires y murió allí en el año 2016. Coordinó talleres, fue maestra, bibliotecaria y una figura fundamental en la expansión y democratización de la palabra poética. A través de los ciclos de poesía “Interiores, poetas del país” e “Interiores, poetas de Latinoamérica” desde el año 2002 al 2016 Inés generó y, sin lugar a dudas, militó la llegada de tantas voces a la gran capital porteña, eludiendo el modo centralizante de nuestra cultura. Inés tendió puentes, tejió lazos fuertes entre la poesía y los poetas, entre la escuela y la biblioteca, estuvo en todos los lugares en que la palabra poética fuese la protagonista como espectadora y participe, siempre con la sencillez y la humildad que quienes la conocieron rescatan y valoran.

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Si es puñal que me mate es la recopilación de una obra, una de tal magnitud que excedió a las propias evasiones de su autora por publicar.

Inés publicó un solo libro de poemas: Si es puñal que me mate (Papeles del Boulevard, 2011) el cual fue reeditado por Ediciones La mariposa y la iguana en 2018. Un libro pequeño, que nos convida un puñadito de poemas, no obstante contiene una enorme vastedad en la que Inés logrará nombrar lo breve y efímero del mundo que nos rodea (Pienso/ nada me puede suceder/ Entonces/ una violeta/ nace/ y el mundo/ tiembla) y además mostrar lo exiguo como claro reflejo del tratamiento preciso del lenguaje, de aquello sobre lo que se construye la poesía, lo inconmensurable del poema: No hay palabra/ luminosa ni oscura/ que la arranque/ de su llanto infinito// Toda el agua no alcanza/ toda lengua// Cómo puede un poeta/ tocarle los pavores.

Si es puñal que me mate reúne toda la poesía de Inés Manzano, o al menos, aquella que concedió para su publicación. Cuenta Lidia Rocha en el prólogo a dicha edición que “durante años tratamos de convencerla de que sus seguidores nos merecíamos leer sus obras”, pero Inés concebía y vivía la poesía más allá de las publicaciones, más allá de un lugar en los anaqueles de librerías o estantes de vidrieras. Dice en su poema “Interior”: sólo pude descubrirme/ cubriéndome/ entre espesura y follaje.

El poemario está dividido en tres partes bajo los siguientes subtítulos: “Si es puñal”, “Del asedio de la música” y “Cerca mío”. Si se traza un recorrido de lectura desde el primero al último, como un movimiento in crescendo, encontramos al final un poema en prosa, donde todo aquello que había sido tensionado en y por el lenguaje -sintaxis, estructura y marcas ortográficas- se libera absolutamente al solo ritmo original que la propia respiración nos provee. Además, quien recorre el poemario podrá encontrarse con una diversidad de ”yoespoéticos en los que Inés construye y refleja también su propia historia. En la “Serie de la escuela”, hallamos la voz de la infancia, aquella que Inés, sin duda, recupera de su labor como maestra y bibliotecaria, como en el poema “Escuelita de La higuera”: no podemos/ atajar la pelota ni las penas/ sostener el manubrio/ las palabras// hasta que el puente de Martín Pescador/ se nos cae de la infancia// borramos la desdicha/ con los codos//. Luego, más adelante, se descubre la militancia política, el compromiso y adhesión al peronismo, que se lee en el poema “La victoria de la víspera”: Indefensos y frágiles/ sabemos/ que el único suceso que nos torna invencibles/ es tenernos a mano/. Y hay, un lirismo especial -no menos precioso y destacable-, que es aquel que conjuga el amor, la pasión y el deseo: Las palabras obscenas/ las que nunca mi lengua// las negadas/ en la infancia y en misa// las peores/ las lascivas/ las húmedas/ las que azotan/ las de fiera// las que son/ como sal en la herida// Las palabras que tu furia me dicta/ que mi candor las diga/ de espaldas a tu aliento//. Asimismo, en los versos de “La que no parezco” Inés extiende, en lo que parece ser un juego de ocultamiento sobre alguna referencia biográfica, aquel lirismo sesgado por la multiplicidad de voces que constituyen al poema, pero que propiciamente representa algunos de sus temas fundacionales-amor, pasión, deseo, lenguaje-: Dame una edad/ como mi amante/ intemporal y áspera/ en un cuerpo/ que repare el infierno/ que te ofrezca la carne/ y el insomnio// Dame una edad/ que me destruya/ que se aloje sin freno/ entre los huesos/ que derrote a las otras/ que arremeta// Una edad/ sin medida/ del daño.

Existió en Inés Manzano una lucidez excesiva, la sabiduría y la terrible conciencia de lxs grandes poetas, aquella que versa sobre la imposibilidad del lenguaje, un lenguaje que dice, pero nunca es suficiente. Un lenguaje que ciñe y restringe si sólo se queda en la superficie de la literalidad. Un lenguaje que es un puñal que sólo puede matar si se subvierte y repliega hacia lo poético. En ello radica el afán de Inés por la poesía, en un dejarse atravesar por lo que trasciende: Que alguien me libre/ de buscar redención en el silencio/ Que mis manos/ desconozcan el orden que me obliga// Que alguien me libre/ de agachar la cabeza para ser coronada// Yo tengo la avaricia del lenguaje.

Si es puñal que me mate a fin de cuentas es la recopilación de una obra, una de tal magnitud que excedió a las propias evasiones de su autora por publicar. Inés creó cada poema para recitarlo de memoria y que de ese modo perduraran y resonaran como una música. Quizá como un rock de Sui Generis cuando dice que respires todavía o del flaco Spinetta que cantaba, como Inés, no queda más que viento.

Nota al pie

[1] En La rosa orgiástica (2016). Añosluz editora. Buenos Aires.

Fotos y vídeos de sitios públicos de internet.

Icono fecha publicación   11 de febrero de 2021

Natalia Regina Mana

Nació en 1989 en Villa María, provincia de Córdoba. Es profesora en Lengua y Literatura egresada de la Universidad Nacional de Villa María. Actualmente se desempeña como docente en esa universidad y en escuelas secundarias de Villa María y Villa Nueva. Desde 2017 forma parte del Programa de Alfabetización y Educación Básica de Jóvenes y Adultos perteneciente a la Secretaria de Educación, Cultura y Promoción de la Ciencia de la ciudad de Villa María.

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Universidad Nacional de Villa María

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Bv. España 210 (Planta Alta), Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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