Podría decirse que los nombres se envuelven en el ropaje de los oficios: dos historias que se encuentran, como en una esquina dos personas se saludan y luego de una breve conversación continúa cada una su camino. No pueden ser sino buenos amigos o compañeros.
Gente así, de Rodolfo Vinacua, es un libro que contiene tres relatos y que fue publicado por primera vez en Rosario en 1948 bajo el sello Cuadernos del interior. Si bien no llegó a constituirse como editorial, Cuadernos del interior fue una colección que llegó a tener 4 títulos[1] en 1950. El impulsor fue el mismo Vinacua, y la experiencia puede verificarse como la de una profesión incipiente, de lo que hoy llamaríamos «editor independiente» y que el paso del tiempo se encargó de corroborar, pero que, podemos suponer, en el año en que el libro se pone en circulación era imposible de imaginar. Más allá de la corta edad del autor/editor (nacido en 1926), de su singular biografía (su infancia en el periférico y extremadamente humilde barrio Refinería, su dedicación al estudio, la decisión de estudiar la carrera de Letras que en Rosario se acababa de abrir), podemos leer en esos textos una inquietud, en el sentido más estricto: una necesidad de no quedarse inmóvil o expectante, una necesidad de ser protagonista. Este es el único libro que publicó con su firma autoral Rodolfo Vinacua, pero nadie podría refutar que su destino no fuera la literatura, porque fue uno de los editores salientes de su época. En la década del 60 no sólo sería director en la revista Boom, sino que integraría el equipo liderado por Rubén Naranjo en la Editorial Biblioteca (de la Vigil) hasta la llegada de las botas.
Otro integrante de ese equipo fue Jorge Riestra, el escritor. ¿Cómo llega una persona a decidir su destino? Cuando Riestra se integra al equipo de editores de la Vigil, sus libros eran leídos en todo el territorio argentino, ya había recibido el premio Leumann por Salón de billares y El taco de ébano, y los cuentos de Principio y fin asomaban en los estantes al lado de Brasco y Saer.
El encuentro entre Vinacua y Riestra no es producto del azar: el primer libro de Riestra fue El espantapájaros, que en 1950 llevó el número 4 de la colección Cuadernos del interior. El texto, alimentado por el fuego de la lectura de Los cuadernos de Malte Laurids Brigge de Rainer Maria Rilke, cuenta la historia del idealista Lázaro Terpi, que en su deseo de abismarse, alejarse de las vanas luces de la modernidad reencarna en un muñeco contemplativo que paradógicamente no llega a pensar en las consecuencias que esto le puede acarrear en su relación con el resto del mundo. No caben dudas de que la experiencia de esa escritura llevó al abogado Riestra, de 25 años, a saber que ese sería su metier.
¿Qué importancia tienen estos libros en la historia de la literatura argentina?, se preguntará el comedido lector. No intentaremos responder, y sin embargo se puede adivinar algo que nos puede servir para pensar en nuestro oficio hoy: escribir, editar. No es necesario restringir lo literario a algo propio de un lugar: para que sea literatura debe ser universal, y no debe renunciar a contar una historia; aún así, la crítica sigue proponiendo las categorías nacionales para las literaturas. Por lo que el esfuerzo debe ser hecho: el escritor y el editor eligieron, en el tiempo que les tocó, un lugar para montar su obra, con todas las dificultades que eso implicaba.
Estos libros, ahora reeditados en la colección Confingere por UNR editora, proponen una lectura en contrapunto, un testimonio de una ciudad que fue sepultada por otra ciudad y luego por otra ciudad. La mirada desde la llanura de Lázaro Terpi, desde los maizales, se encuentra con la voz del que viene desde el borde de la barranca. El río, que es anterior a todo esto, sabe que las historias valiosas deben ser contadas una vez más.
[1] y el mito del quinto título en preparación. En una carta que el poeta Felipe Aldana, ya convaleciente, le envía al arquitecto Hilarión Hernández Larguía, hace la salvedad de que ese quinto libro no iba a ser posible.
Foto de portada de Nicolás Manzi.
8 de agosto de 2019.
Nicolás Manzi
Graduado en Letras. Editor en Casagrande, UNR Editora (Universidad Nacional de Rosario) y HyA ediciones (Facultad de Humanidades y Artes de UNR). Es autor de Minga!, libro de limericks pampeanos, y de la nouvelle Centrojás, ambos publicados por El ombú bonsái. Colabora con diferentes medios y portales.