Poesía en dos lenguas III

Miriam Reyes
por Carina Sedevich

Eventualmente paso días enteros sangrando/ (por negarme a ser madre)./ El vientre vacío sangra/ exagerado e implacable como una mujer enamorada, dice la poeta española Miriam Reyes en su libro Espejo negro (2001), donde empieza a desplegar su voz potente, hasta feroz. De hecho, Feroces (1998) se llamó la antología -compilada por la reconocida escritora  Isla Correyero– en la que se publicaron algunos de sus primeros poemas. La de Miriam es una poesía carnal y descarnada, que ella lleva desde hace veinte años tanto al papel como a videos y a recitales multimedia. Hace poco apareció Sardiña (2018) su primer libro escrito en gallego, la lengua de sus abuelos.

Ante todo, ¿hablamos de idioma castellano o español? En Argentina optamos por usar «castellano» y no «español» por razones más bien políticas, referidas al reconocimiento de las diversidades del idioma hablado fuera de España. Entiendo que en tu país también hablan de castellano en contraposición al gallego, o al vasco, o al catalán, por ejemplo.

El uso de la palabra «castellano» en lugar de «español» en España también es político y las razones ya las intuyes en tu pregunta. Tanto en gallego como en catalán la palabra que tienen para referirse al castellano/español es castelán (en gallego) y castellà (en catalán), no contemplan el término español/ espanyol para hablar de la lengua, al contrario de lo que sucede en los idiomas de otros países, que todos traducen el término «español» (Spanish, espagnol, etc). La constitución española vigente también se refiere a la lengua como «castellano», precisamente para dejar claro que todas las lenguas que se hablan en territorio español son lenguas españolas.

Yo, además, al crecer en Venezuela, me acostumbré al término castellano. Aunque recuerdo que en la universidad insistían en el término idioma español de América (dentro del cual habría que englobar el español de Venezuela, el español de Argentina, etc.).

Escribir en gallego me dio muchísima libertad, me permití experimentar más con las formas y los sonidos. Siento que mi voz es diferente en gallego, porque yo soy también otra en esa lengua.

Has dicho que el castellano es tu lengua materna y el gallego te fue dado en la infancia de la boca de tus abuelos, que te criaron. ¿Cuándo y cómo empezaste a escribir poesía en castellano?

Empecé a escribir en castellano a los ocho años, cuando llegué a Caracas. Pero no escribía poesía, intentaba escribir una novela y también escribía canciones. No fue hasta la adolescencia cuando empecé a escribir poesía.

¿Y con el gallego, cómo fue?

Intente escribir en gallego por primera vez al volver a España, cuando tenía 21 años. Sentía la necesidad de hablar de la emigración en gallego. Pero no estaba preparada y no funcionó. Nunca más lo volví a intentar hasta 2016 cuando Antón Lopo, a quien admiraba como poeta y ahora también admiro como editor, me propuso que escribiera un libro en gallego para la editorial que acababa de crear. Yo le dije que estaba loco, que yo no era capaz de escribir en gallego. Él me contestó, «ahí te lo dejo», fue como quien planta una semilla. A los seis meses me volvió a preguntar por el libro, y justo entonces un pequeño tallo empezaba a asomar de la tierra. Lo primero que vino fue mi abuelo, el libro es un homenaje y un lugar en el que encontrarme con él. Ese lugar está hecho de su lengua, que es y no es la mía.

¿Cómo es el proceso de creación, escribís en uno de los idiomas y traducís al otro o –como Joan Margarit, por ejemplo- o creás dos poemas en paralelo?

Hasta ahora he escrito un único libro en gallego. Durante el tiempo que duró su escritura me sumergí en la lengua, no escribí nada en castellano mientras escribía Sardiña. Los poemas documentan mi acercamiento a la lengua así como mis limitaciones y frustraciones en ese proceso. Están hechos con consultas al diccionario del RAG y manuales oficiales, con canciones populares y con las palabras de tantos poetas gallegos que quedaron reverberando en mí. Jugué, estudié, dejé hablar el inconsciente. Eché mano a todo lo que tenía para aprender a decir de nuevo.

Al escribir poesía, ¿qué sentís que te da que el gallego que el castellano no?

Recuperar el gallego como lengua de expresión ha significado recuperar una parte importante de mi identidad y de mi historia personal. Una parte especialmente ligada a los afectos. Hasta que no lo intenté en gallego no había sido capaz de escribir sobre mi abuelo, sobre nuestro amor y nuestra separación, y sobre mi necesidad de mantenerlo vivo.  Además, me dio muchísima libertad, me permití experimentar más con las formas y los sonidos. Siento que mi voz es diferente en gallego, porque yo soy también otra en esa lengua.

¿Hay algo que sientas que podés decir mejor en gallego? ¿Podrías elegir algunas palabras –en castellano o en gallego- para expresar cuál es la diferencia para vos cuando escribís poesía en cada uno de esos idiomas?

Hay una palabra y su derivada que me gustan mucho, «trapallada» y «trapalleira», que en su traducción al castellano me resultan ofensivas y, en cambio, en gallego, no. Creo que es algo más bien subjetivo. Tanto mi madre como mi abuela me decían mucho trapalleira, porque hacía cosas como usar la malla de las naranjas de bolso o las caratulas de los vinilos como carpeta o teñir en casa mis camisetas con pequeños nudos, para conseguir estampados; o porque daba valor y guardaba cosas que para ellas eran trapalladas, tonterías sin importancia. Sólo se la había escuchado a mi abuela y a mi madre, quienes, en el fondo, me lo decían con cariño, un poco riéndose de mí, pero desde el afecto. Todo lo que no fuera hacer cosas «serias» era hacer trapalladas. Y creo que eso tiene que ver con una sociedad bastante conservadora y también muy crítica y controladora. La traducción de trapalleira al castellano es «chapucera», una palabra que en Venezuela no existe y creo que en Argentina tampoco, yo no la aprendí hasta finales del 99, cuando llegué a Zaragoza. Me parece una palabra con una connotación muy negativa. Un chapucero/a es alguien que hace las cosas mal, de cualquier manera. Esa connotación también la tiene en gallego, pero yo no la descubrí hasta hace relativamente poco. Hasta entonces siempre me había sentido muy orgullosa de ser una trapalleira.

Al responder a tu pregunta me doy cuenta de que el gallego para mí siempre fue una lengua familiar, íntima, con significados cargados de afecto y muy marcados por el uso que se le daba en el pequeño núcleo de mi familia. Nunca la utilicé socialmente hasta hace muy poco y todavía estoy descubriendo significados, connotaciones que desconocía.

Es que, si la patria es la lengua, como escribió Pessoa, o la infancia, como dijo Rilke, Miriam tiene dos patrias a las cuales volver entre esas mudanzas que la vida le impuso y que a veces saben a desgarro o a destierro en sus poemas. Desmonté las calles una ciudad tras otra/ para alimentar el fuego/ y me puse a vivir/ entre las hogueras , escribe la poeta en Desalojos (2008). Tal vez el crepitar de ese fuego que ella misma engendra traiga a sus oídos las más dulces inflexiones de palabras antiguas y queridas. 

Dos poemas de Sardiña con traducciones de la autora al castellano

 1

e digo eu / digo / eu
o que non fun quen de facer coa lingua da miña nai
fareino coa túa
ainda que fale con dificultade
a dificultade é parte desta historia

o coitelo da lingua sen afiar
estragando a carne toda

os beizos a abrirse e pecharse no mesmo son
inútiles á hora de significar

mais óllame / olla pra min
tan descalciña pola area coma a túa rianxeira

*
y digo yo / digo / yo
lo que no fui capaz de hacer con la lengua de mi madre
lo haré con la tuya
aun cuando hable con dificultad
la dificultad es parte de esta historia

el cuchillo de la lengua desafilado
destrozando la carne

 los labios abriéndose y cerrándose en el mismo sonido
inútiles a la hora de significar

pero mírame / mira para mí
tan descalcita por la arena como tu rianxeira

2

cada vez que o home aquel me chamaba sardinilla
eu pensaba en ti / na túa paixón

 como collías as sardiñas coas mans

o pequeno corpo estendido no ar
e en cada extremidade a pinza dos teus dedos

 comíalas a bicos
ata deixar o esqueleto esplendente

 o home aquel no era quen
ainda non coñecín quen o fose

*

cada vez que el hombre aquel me llamaba sardinilla
yo pensaba en ti / en tu pasión

como agarrabas las sardinas con las manos

el pequeño cuerpo extendido en el aire
y en cada extremidad la pinza de tus dedos

las comías a besos
hasta dejar el esqueleto resplandeciente

 el hombre aquel no era quien
todavía no he conocido quien lo sea

 

En esta nota

Miriam Reyes estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y se licenció en Filología Hispánica en la Universitat de Barcelona. Ha publicado los libros de poesía Espejo negro (Barcelona, DVD, 2001), Bella durmiente (finalista del XIX Premio de poesía Hiperión, Madrid, Hiperión, 2004), Desalojos (Madrid, Hiperión, 2008), Yo, interior, cuerpo. Antología poética (Argentina, 2013), Haz lo que te digo (Madrid, Bartleby, 2015), Prensado en frío (Malasangre, 2016) y Sardiña (Santiago de Compostela, Chan da pólvora, 2018). Su obra poética ha sido incluida en antologías nacionales e internacionales. Es editora y traductora.
Desde el año 2000 combina la palabra con la imagen para llevar la poesía a otros formatos como el vídeo, y a otros escenarios como los festivales de artes escénicas o de nuevas tecnologías.

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Icono fecha publicación  3 de diciembre de 2020

Carina Sedevich

Se graduó en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Villa María. Cursó el doctorado en Semiótica en el Centro Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Es autora de diecisiete libros de poesía. Su obra poética ha sido publicada en diversos países de Europa y Latinoamérica, incorporada a antologías nacionales y traducida al portugués, al inglés, al italiano y al mallorquín. Es profesora de Yoga y de Meditación. Coordina Ardea | Revista de arte, ciencia y cultura desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM. 

 

Universidad Nacional de Villa María

Secretaría de Comunicación Institucional
Catamarca 1042, Villa María, Córdoba, Argentina

ISSN 2618-5040

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